Está a 48 horas la celebración tradicional para niños y muchos adultos, cuando se disfrazan, recordando diversas temáticas, tantas como los deseos de los niños impactados por los personajes que los atraen, o son sus héroes, y que en ese día aunque sea solo con la tela, el plástico, el cartón, pinturas, inclusive las modernas y propias de la piel o mucosas, y los colores, quieren semejarse o imitar, de acuerdo a sus posibilidades de edad, género y económicas, para confeccionar caseramente o comprar por sus padres el deseado atuendo que le durará máximo una parte del día. Otros, estarán lejos de la costumbre que recuerda una concepción extranjera y pagana.

Existen otros, todos adultos, que pretenden a través del tiempo mantener sus caretas para disimular sus verdaderas personalidades con el fin de hacer que los otros vean lo que quieren ver pero en esencia quien está por debajo del antifaz sigue siendo el mismo con sus virtudes y sus debilidades, por expresar lo mínimo.

Las sorpresas cada vez son más notorias y sucede lo mismo que en las acostumbradas fiestas de disfraces, que guardan verdaderas incógnitas, cuando alguien comparte con otra persona, con la cual no se imaginaba encontrar o compartir y hasta puede suceder que sea el primer encuentro del cual se pueden derivar muchas situaciones inmediatas o futuras.

Existe un viejo refrán: Si la mona de seda se viste, mona se queda. Nada más revelador que esta sentencia para indicar que algunas personas aunque traten de aparentar que son otras o han cambiado, siguen siendo las mismas, con todas sus características, incluyendo la bondad o la maldad. Nadie es absolutamente malo aunque sí hay seres humanos definitivamente buenos aunque no se les reconozca.

Otro refrán dice: Lobos vestidos de ovejas. Nada más directo para evidenciar a aquellos que tratan de engañar con actitudes ejemplarizantes a quienes se dirigen, acompañan, ordenan, obedecen o simplemente son sus compañeros o colegas, aunque en esta posición es más difícil conservar, a largo plazo, el fraude de la personalidad.

La vida depara sorpresas cuando las personas conservan un elevado compromiso con el disfraz y lo mantienen en todo trance. Obtienen o rechazan todo aquello que no es de su personal utilidad, mediante la utilización del engaño sin el más mínimo remordimiento porque esa actitud ya hace parte de su comportamiento intrínseco.

Hay que observar los escenarios del país y tratar de descubrir las intenciones de quienes tratan de intervenir en la vida de cada quien, bajo disímiles disfraces. ¡Claro, el más frecuente es de lagarto! Con la ventaja, o desventaja, de que se va adaptando por metamorfosis a quien lo utiliza y luego se hace indistinguible. ¡Lagarto es lagarto!

Nada como la franqueza con las debidas consideraciones y respeto por los demás. Sinceridad no es grosería, ni altanería, ni desdén, ni inconsciencia, ni antipatria, ni traición. Seriedad tampoco puede ser verdades a medias. La verdad no necesita de embozo, ni de careta, ni máscara alguna. El inmenso valor moral que tienen la mayoría de los colombianos, les ayuda a desechar los tapujos, aún bajo la forma de anónimos.

Para servir, sin ser servil, no es necesaria la utilización de antifaz. Pueden, quienes sirven con altruismo, hacer sus obras buenas bajo la más discreta actuación, sin que por ello nadie deba hacerles reclamo alguno. ¡No necesita vestirse de seda! No le es útil, le estorba y distorsiona su intención.

Cuando la franqueza impera en las relaciones de las personas, todo se puede plantear, estudiar y decidir. Lo grave es cuando las máscaras pululan y nadie sabe con certeza quién es quién incluyendo sus intenciones, aunque infelizmente lo suponga, no se logra la defensa de las personas, sus instituciones y sus obras. Y, hay que tener cuidado cuando se cambia de disfraz, el peligro de transformarse de lobo a oveja o a paloma es de una peligrosidad extrema. ¡Fuera velos!

Nota: Los pacientes y la educación profesional en salud, necesitan un hospital universitario.