Alvaro Segura


Palabras de elogio para Manizales y satisfacción por haber regresado a la ciudad, después de casi 25 años, la cual encontró más bella que antes, cálida, progresista y con su gente siempre amable, expresó el turista bogotano Danilo Rodríguez en la emisión nocturna del viernes pasado en Noticias LPTV. A él le siguieron otra dama bogotana, un artista callejero de Cali y un ciudadano alemán, quienes no ahorraron comentarios positivos sobre la capital caldense a la que llegaron en plan vacacional para disfrutar de la Feria que oficialmente comienza hoy domingo.
Sin exagerar podríamos decir, con contadas excepciones, que casi en su totalidad los visitantes que llegan a Manizales, en Feria o en otra época cualquiera, se maravillan con lo que encuentran. De la ciudad destacan su belleza, su arquitectura, las verdes montañas que la rodean, sus empinadas calles, y la cultura, calidez y amabilidad de la gente, entre otros varios atractivos.
Y es cierto, esta es una hermosa capital, construida sobre el filo de una montaña y desarrollada en medio de una agreste topografía, la cual se destaca, en general y con lógicas excepciones, por su limpieza, por sus vías en buen estado, por su extensión que impide que la vista se pierda gracias a sus zigzagueantes calles, por la aparente calma de sus habitantes y por un don de gentes que la ponen, con tantos elementos positivos, en un lugar de privilegio al que muy pocas ciudades del país y del mundo pueden llegar.
Pero a pesar de que Manizales lo tiene todo, o casi todo, muchos de los hijos de esta bella tierra se volvieron sus más implacables detractores. Y no es que no se pueda criticar, obvio que hay que hacerlo y con justificadas razones, pues tampoco vivimos en un paraíso ya que aquí al igual que en Cali, Medellín, Bogotá, Pereira, Armenia, Cartagena, Madrid, Barcelona, Londres, Sao Pablo y en cualquier ciudad del mundo hay inseguridad, trancones, prostitución, falsedad, corrupción, violencia, indigencia, en fin, problemas y deficiencias propias de esquemas administrativos y de desarrollo que no alcanzan para tantas y múltiples necesidades.
También es natural que cada quien hable de acuerdo con lo que le toca vivir y sería absurdo pretender que si a la gente las cosas le salen mal, si no consigue trabajo, si es víctima de los ladrones, si le invadieron su espacio, si las autoridades no le respetan sus derechos o si le pasan uno o varios hechos negativos de tantos que se pueden dar, vaya a escuchar voces de agradecimiento y de satisfacción de una ciudad.
Sin embargo quejarse por tener la suerte echada no es lo mismo que renegar simplemente porque sí y en esta última condición encontramos muchos aquí, quienes dicen que esto es un moridero, que aquí no hay nada por hacer, que no se consigue nada, que todo es más caro que en Pereira, que nuestros comerciantes son poco visionarios, que el alumbrado no le llega a los tobillos al de Medellín, que Bogotá tiene de todo, en fin. Es obvio que la capital caldense no puede compararse con Bogotá, Medellín, Cali o Barranquilla que son verdaderas urbes con millones de habitantes por efecto de municipios aledaños que les ayudan a un mayor dinamismo económico e industrial.
Pero esas ventajas traen desventajas y ahí es donde Manizales marca diferencia pues por su tamaño lo que la convierte en ciudad con muy buena calidad de vida, sin tantas dificultades para vivir, menos contaminada y quizás más barata en algunos frentes que las grandes metrópolis. Cabe destacar una frase que hace carrera desde hace muchos años y es la que permite indicar a tantos de afuera y de aquí que definitivamente este es el mejor vividero del país.
Sé de varios manizaleños amigos y otros que no lo son que trabajan en Bogotá principalmente, o también en Medellín o Pereira, quienes no obstante esa condición laboral tienen a sus familias radicadas en la capital caldense pues llevárselas de aquí les representaría según ellos perder calidad de vida y tranquilidad, además de alejarlas de sus seres queridos, factor que tanto incide a la hora la crianza y el fortalecimiento de un grupo familiar. Eso no lo pueden hacer todos, pero da muestras y ratifica que Manizales y los municipios aledaños como Villamaría y Chinchiná, e incluso Palestina y Neira, todos enmarcados en la promisoria zona centro sur de Caldas son una gran opción para vivir bien y tranquilamente, en medio de las amenazas y riesgos normales.
Lo que pretendo plantear esencialmente es que reflexionemos un poco acerca de lo que cada uno de nosotros está haciendo por la ciudad y también por la región. Faltándonos muchos aún para lograr lo que queremos y lo que anhelamos como capital y como sociedad, y sin perder la capacidad de crítica dura, pero constructiva, creo que podemos mejorar de manera considerable.
Con el paso de los años hemos ido perdiendo una serie de valores éticos y de comportamiento civil y ciudadano que dejan ver de manera más cruda un deterioro personal, familiar y comunitario, y eso se traslada a la imagen de la ciudad. Hoy poco o nada nos importa sacar las bolsas de la basura con cuatro, seis u ocho horas de antelación al paso del carro recolector; la gente camina y tira sus basuras a la calle, no hay respeto hacia la tercera edad, la gente con tal de lograr algo pasa por encima de cualquiera sin importarle las consecuencias y llegamos incluso a perder la capacidad de asombro ante una ciudad todavía bonita y amable. Ojala lo que otros valoran…, nosotros tengamos la capacidad de reconocerlo. Bienvenidos turistas a la Feria, que la disfruten y no olviden que aquí, como en cualquier lugar del mundo si se descuidan les pueden robar sus pertenencias, al fin de cuentas muchos de esos pillos vienen de otras ciudades.
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