Gonzalo Duque Escobar


En un escenario político en el que están en juego, además de la elección presidencial, temas fundamentales para el país, como: Paz y democracia, reformas a la salud y la educación, protección del medio ambiente, reparación de víctimas y restitución de tierras, TLC y desarrollo rural, los pasados comicios convocaron a un electorado que llegó a ejercer un derecho y a practicar un acto libre, en su mayor proporción desinformado como ha sido la costumbre, para tomar decisiones fundamentales sobre conformación de Senado y Cámara, atraído por motivaciones diversas.
El resultado mayoritario fue el abstencionismo del 56%: Entre los ciudadanos que no votaron, seguramente la mayoría está cansada de sufragar durante años sin ver cambios. Ahora, dada la proporción de votos "amarrados" en tan reducido caudal de sufragantes, debería implementarse el voto obligatorio, para favorecer el de opinión y abatir así dicho efecto sobre el sistema democrático. Probablemente unos comicios más nutridos, por el mayor peso de los votos libres, distorsionarían resultados fraudulentamente calculados por maquinarias clientelistas. De otro lado, pese a los pronósticos, no ganó el Voto en Blanco: su participación del 5%, así en algunos casos se explique por los beneficios de la certificación para el sufragante, sumada a la gran abstención, dice mucho de la incultura política en esta Colombia, cuyos partidos carentes de ideales y de propuestas, ahondan el descrédito de su clase política, consecuencia de prácticas como la violación de derechos colectivos, vicios en decisiones que amparan la corrupción, presión y chantaje ejercido sobre electores cautivos, y compra de votos en escenarios populares y rurales. En cuanto a los votos nulos y no marcados, que alcanzaron el 11%, posiblemente los factores dominantes fueron el "analfabetismo funcional" del sufragante y el rechazo a los candidatos propuestos.
En este cuestionado proceso donde según la MOE "sí hubo compra de votos", donde 26 investigados por parapolítica fueron elegidos y donde tres departamentos con menos del 10% de la población del país, cooptaron cerca del 25% del Senado, también los partidos tradicionales gracias a las maquinarias y a "la mermelada", lograron numerosas curules impidiendo la necesaria renovación del parlamento. No obstante a pesar de sus triquiñuelas contra la ética, por la precariedad de sus propuestas políticas y como consecuencia del surgimiento del Centro Democrático, han sufrido la pérdida de curules y menguado su poder parlamentario: Un hecho notable que obligará a tratar a profundidad en el Congreso los temas fundamentales que tramitará el ejecutivo, y que llevará a los partidos a tomar decisiones sobre candidatura presidencial. Si en dichas elecciones, el Centro Democrático obtuvo el 14% de los escrutinios, cuantía similar a la de los partidos de La U, Liberal y Conservador, entonces quien ganó fue la oposición con Álvaro Uribe, al recibir el beneficio de ver llegar al parlamento a igual cantidad de leales militantes inscritos bajo su nombre, para ser propuestos en las urnas logrando que el electorado les otorgara el honroso título de "padres de la patria", acogiendo imaginarios de derecha y extrema derecha, que personifican al mediático expresidente, sin conocer nombre o rostros, ni ideas propias de los ungidos.
De los partidos minoritarios, cuya meta básica era superar el umbral del 3% como requisito para su supervivencia, mientras la cuantía tiene al MIRA pendiendo de un hilo como consecuencia del "efecto Piraquive", contrariamente Alianza Verde, Polo Democrático y Cambio Radical superaron dicho umbral. Luego, como prueba de que sí se puede afianzar la sociedad civil en Colombia, de este proceso democrático, se rescatan dos hechos singulares: Uno del partido Verde y otro del Polo Democrático: el de Enrique Peñalosa porque pese a la carencia de propuestas de profundo calado socio-ambiental, recibió el beneplácito de un millón seiscientos mil colombianos, militantes y no militantes verdes, quienes votaron la consulta eligiéndolo de una terna conformada por virtuosos ciudadanos, como Camilo Romero y John Sudarsky; y el de Jorge Enrique Robledo, una de las voces más respetadas de la oposición en el Congreso, así incomode a los sectores más retardatarios de esta sociedad, quien recibió 192 mil votos obtenidos de forma honesta como reconocimiento a una labor parlamentaria coherente y fundamental, en defensa de postulados democráticos de izquierda.
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