Alvaro Segura


Toda clase de mentiras, pero también muchas verdades se escucharon en desarrollo de las audiencias que se realizaron hasta mediados de la semana que acaba de terminar y que hicieron parte del juicio contra el controvertido dirigente político, liberal barquista para más señas, Francisco Ferney Tapasco González, sindicado de ser el autor intelectual del asesinato de Orlando Sierra, Subdirector de LA PATRIA, ocurrido hace 11 años.
Claro que el juzgamiento no fue solo contra Tapasco González, pues también están involucrados en ese embrollo jurídico tres sirvientes del controvertido político, señalados por la fiscalía de ser copartícipes en el crimen, merced a algunas pruebas que para el ente acusador encajaban en el complejo rompecabezas del que, valga decirlo, algunas fichas no pudieron utilizarse pues al ser eliminadas o desaparecer extrañamente perdieron su valor o su sentido.
Pero más allá de tener que repetir o contar nuevamente tanto de lo que en esta larga década se ha mencionado y murmurado casi a gritos con relación a ese vil crimen, me llamó profundamente la atención lo dicho por el exsenador Ómar Yepes Alzate, citado por la defensa de Tapasco, para que contara qué habían hecho (él y la coalición política entre azules y rojos, más conocida como yepobarquista) ante las arremetidas permanentes de Orlando en los escritos de su columna Punto de Encuentro.
Algo sorprende que todavía haya coalición, como él lo reconoció, al decir que mantiene una alianza con el grupo del desaparecido exsenador Víctor Renán Barco. Es decir que el político azul, mermado considerablemente en poder burocrático y electoral, aunque algunas cuotas clave le sostiene el gobernador de Caldas en su administración, sigue con esa inveterada práctica que sin ser ilegal siempre será cuestionable, más cuando a través de ella hubo tantas actuaciones indebidas y por algunas de las cuales copartidarios suyos fueron condenados, pero él siempre salió incólume.
Acerca de si sabía o no de pactos de la coalición con grupos paramilitares, dijo el doctor Ómar, según las referencias de los medios de comunicación que cubrieron el juicio (cito a LA PATRIA del miércoles 6 de febrero), que dicha alianza política no montó una estructura criminal e insistió en que no necesitaban una organización ilegal debido a que el dominio de la coalición era amplia.
Sin embargo una cosa es lo que él dice y otra lo que sucedió, pues se le olvidó al doctor Ómar que casi toda la cúpula del barquismo terminó involucrada con el paramilitarismo. ¿O acaso no fueron condenados por ello los representantes a la Cámara Enrique Emilio Ángel, Dixon Ferney Tapasco y Jairo Llano, además de la que por ese delito purga una pena Francisco Ferney Tapasco, señalado de ordenar la muerte de Orlando Sierra?
Y eso sin contar la suerte que hubiera tenido el extinto Víctor Renán Barco, catalogado como el "senador estrella" de este país, quien murió meses después de que le abrieran una investigación por haber negociado unas tierras con el exjefe paramilitar "Cuco Vanoy" sin darse por enterado quién era el delincuente. Por eso hay que tener mucho cuidado con quién es que uno se asocia.
La otra revelación de don Ómar, o del exsenador Ómar, es tan o más grave que la anterior, pues siendo un demócrata y defensor de las libertades como innumerables veces lo expuso en su calidad de congresista, reconoció en dicho juicio que intentó con otros colegas suyos impulsar proyectos en el Congreso de la República para frenar las críticas que la prensa les hacía a los políticos.
No le bastó pues al exsenador conservador, a familiares suyos y a militantes de su colectividad con acercarse a medios de comunicación escritos y televisivos de carácter local y regional para manejar a su antojo asuntos de interés político y personal, sino que ante los cuestionamientos de que fue objeto por sus prácticas poco ortodoxas como dirigente partidista, promovió acciones para impedir la libertad de prensa y quizás ponerles cortapisas a los medios con relación a los artículos de opinión. Eso, palabras más, palabras menos, fue lo que reconoció públicamente como testigo en el juicio contra Tapasco por el asesinato de Orlando Sierra.
Una duda inmensa que surge en medio de estos largos procesos judiciales y de lo que poco o casi nada se sabe es cuánto pagan los acusados por ser defendidos y de dónde salen los millonarios recursos que pactan con cotizados y expertos abogados.
Al margen
Los que vienen prometen ser días de movimientos en las administraciones públicas por cuenta de renuncias y fallos. Por lo menos en la Gobernación de Caldas todo apunta a que habrá varias noticias, una pues tiene que ver con el fallo del Consejo de Estado que confirme o revoque el de primera instancia del Tribunal Administrativo de Caldas que anuló la elección de Guido Echeverri, eso lo estamos esperando y se especula tanto con que va a ser negativo como con que será positivo.
También se vendría la renuncia de la Secretaria de Infraestructura, Amparo Sánchez, pues es carta del conservatismo yepista para el Congreso, mientras se insiste en que también saldría el Director de la Territorial de Salud, Jorge Hernán Yepes Alzate. ¿Será él o Arturo para buscar el Senado o la Cámara?
La última; toma fuerza la versión de que renunciaría la gerenta de la Industria Licorera de Caldas, Patricia Elena Cárdenas, pues tiene un atractivo ofrecimiento para dirigir algo en Bogotá, al parecer relacionado con infraestructura vial. El asunto es que las cosas en la licorera están muy complejas y si Guido Echeverri sale, ¿se imaginan lo que será la ILC en campaña política y sin plata?
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