Jorge Enrique Pava


En uno de los últimos capítulos de la serie "Escobar, el patrón del mal", nos refrescaban la forma como el Gobierno del presidente Gaviria se doblegó a la voluntad del capo y fue cediendo poco a poco a todas sus exigencias para lograr el supuesto sometimiento a la justicia y la reclusión en la cárcel de cinco estrellas La catedral.
Es triste recordar lo bajo que caímos los colombianos en ese entonces cuando, mientras nos mostraban como un logro la entrega de Escobar, el país seguía dominado por el poder del narcotráfico y arrodillado ante la barbarie y el terrorismo.
Pero es más triste ver que hoy la historia se repite. Y se repite con mayor bombo y estruendo, y ya no en un edificio aislado en Envigado, sino ante los ojos de la comunidad internacional que ve con asombro cómo los mayores narcoterroristas de Colombia se pavonean y se ufanan ante la prensa mundial, doblegando al gobierno Santos a sus perversas intenciones.
Y al igual que a Escobar le fueron cediendo en sus requerimientos y exigencias, hoy se les cede a las Farc hasta en sus más extravagantes caprichos. Y así como en ese entonces Escobar (supuestamente sometido a la justicia) siguió delinquiendo a través de sus lugartenientes y manchando de sangre el país entero, hoy las Farc siguen traficando drogas, mutilando inocentes, asolando pueblos y asesinando colombianos en diferentes rincones de nuestra querida patria. Y así como el propio lugar de reclusión de Escobar se convirtió en un sitio de extravagancia, lujo, poder, boato y descaro, hoy La Habana se presta para que los mayores asesinos de Colombia se presenten desafiantes, cínicos y poderosos ante un amilanado Gobierno colombiano que mete su cabeza entre los hombros y su rabo entre las patas y se acobarda ante las absurdas solicitudes de las Farc.
Y así como Escobar determinaba quién entraba o salía de "La Catedral" y quién podía o no seguir con vida, los criminales de las Farc determinan quién puede o no hacer parte de la mesa de negociaciones y a quién se le perdona, indulta o excarcela, independientemente de los crímenes o desafueros cometidos.
Y cada día que pasa van ganando terreno, y van acorralando a nuestro país mediante un juego perverso que nos atormenta a la gran mayoría de colombianos pero que, increíblemente, parece solazar al presidente Santos. Y entonces piden un cese al fuego de nuestra fuerza pública, mientras desafían al país diciéndole que ellos no depondrán las armas hasta que la condición política, económica y social de Colombia cambie. Es decir, quieren ya no una zona de despeje en alguna parte de nuestro suelo, sino el despeje de todo el territorio nacional dentro del cual nuestra fuerza pública no ejerza su soberanía y ellos sigan en su lucha terrorista, inhumana y cruel.
Y piden además el indulto de "Simón Trinidad" y la inclusión de personalidades faranduleras como "Tanja" dentro de su espectáculo grotesco. Y piden, y piden, y piden… pero cada vez aprietan más su disponibilidad para ceder en lo que les corresponde. Y el Gobierno cae en una cadena de concesiones cada vez más absurda que no es otra cosa que la cesión de nuestra dignidad.
Claro que, pensándolo bien, existen unas diferencias entre las concesiones a Escobar y la entrega de nuestro país a las Farc: aquellas se realizaban a puerta cerrada y en un ambiente revestido de alguna forma de intimidad y discreción; ésta se realiza ante los ojos de la comunidad internacional en una demostración de desvergüenza absoluta y de genuflexión absurda. Y en aquellas se guardaban algunas apariencias que nos permitían pensar en que el Gobierno tomaría las riendas en un momento determinado; en ésta se le está sirviendo en bandeja de plata todo lo exigido por nuestros enemigos con la absoluta certeza de que lo que hoy consigan no será devuelto en el momento de la ruptura de este proceso.
Pero mientras tanto veremos a Teodora con sus derechos restablecidos; a Trinidad aspirando al Congreso de la república; a Karina ocupando un ministerio; a Márquez disputándose alguna alcaldía; a Tanja en una embajada; a Granda en la cancillería; y etc., etc., etc. Y a los colombianos de bien, teniendo que entregar sus tierras, sus industrias, sus empresas, y sometidos al imperio de la barbarie, la dictadura perversa y los tratos inhumanos. Gracias al presidente Santos, hoy solo hemos conseguido el gran temor de quedar sometidos a las Farc, los patrones del mal, mientras él se dedica al populismo y a trabajar por su reelección.
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Y se anunció la apertura al Parque Nacional Natural de los Nevados accediendo por los departamentos de Quindío y Risaralda, mientras los accesos tradicionales siguen cerrados, y Caldas se abstiene de ofrecer ese recurso turístico que le pertenece. Solo eso faltaba: que hasta el símbolo mundial de Manizales como es el nevado del Ruiz se traslade para Pereira. ¿Dónde están nuestros gobernantes? ¿Dónde están nuestros dirigentes? ¿Dónde están nuestros políticos? ¿Dónde están nuestros líderes? El atractivo turístico que representa nuestro Nevado del Ruiz no parece estar ponderado en la mente de los gobernantes actuales, pues posan indolentes ante esta situación que amenaza con despojarnos ya hasta de los recursos naturales que se suponen son inviolables. ¡Definitivamente necesitamos con urgencia un liderazgo verdadero! ¡Necesitamos gobernantes de verdad que tengan la capacidad para apreciar nuestros valores y que actúen en consecuencia!
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