Mario César Otálvaro


Mario Cesar Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Ya se jugó contra Nacional, y cualquiera haya sido el resultado, el Once Caldas tiene que seguir sumando para intentar alargar su participación en el torneo, que más que disfrutarla la padece, porque salvo 2 o 3 partidos, o menos, no ha tenido protagonismo.
Por mucho que se quiera mirar el lado positivo de la campaña son pocos los argumentos convincentes, y lamentablemente no hay de donde echar mano para rescatar una temporada discreta por fútbol, propuesta, individualidades, y trabajo de campo.
Hasta la clasificación resulta insuficiente para pretender darle continuidad a una labor coja, con decisiones técnicas erradas y directivos empeñados en sostener un cuerpo sin alma ni corazón, que camina por la nebulosa, forzando la urgencia de un timonazo.
Necesario para que produzca la revolución que una apuesta de este calibre debe reportarle a la ciudad, al patrocinador y a sus hinchas, generando un impacto deportivo que se sienta, como ya ocurrió en épocas anteriores, inclusive en situaciones económicas similares.
Como olvidar que el Once Caldas fue el equipo de la década comenzando siglo, con títulos, reconocimiento internacional, presencia en la liga local, destacados jugadores, y un entrenador que con el tiempo, y ahora en Nacional, ha demostrado ser un aventajado por estudio, capacitación y liderazgo.
Con un manejo de grupo excepcional, capaz de mantener el equilibrio entre sus miembros por encima de sus famosas rotaciones, que personalmente discuto porque prefiero la línea de quienes optan por una formación base, pero incuestionables por las cifras.
Y parte el señor Osorio de la premisa de tener buenos futbolistas, como materia prima y sustento de un proyecto verdaderamente ambicioso, siendo acatado dentro de un marco de respeto, tanto, que a ninguno de ellos se les escucha una palabra disonante en su contra.
Cuestión de mando, bien distinto a lo que pasa por acá, donde los roces redujeron el peso de la nómina al marcharse algunos que mejor explotados tenían para ser figuras, y donde al parecer los mensajes son ininteligibles, pues en rendimiento predominan las respuestas personales sobre la colectividad.
Desconozco el marcador del partido del sábado en Palogrande, y estas opiniones superan ese juego y están englobadas dentro de la generalidad de las campañas, entre las que existe una diferencia que se establece en los números, los alcances en las distintas copas, y el arraigo que generan frente a sus seguidores.
Que allá hay un respaldo estructural sólido, cierto, como se podría dar con Kenworth de la Montaña en el Once Caldas si el programa estuviera en otras manos, y de eso dan fe los técnicos de Pasto, Itagüí o Patriotas, quienes con menos, con dificultades en los pagos, y sin apoyo regional, lucen en la parte alta de la tabla, y con fútbol atrayente.
Una mala elección ha impedido un mejor desarrollo de la obra que estoy seguro, y con beneficio para todos se puede adelantar, y como no hay visos de que esto pueda cambiar, que al menos se llegue a los cuadrangulares, la ‘gran meta’ para los responsables del plantel, quienes ya eludieron una obligación superior.
Tocó entonces terminar año en las circunstancias actuales, pero como lo decíamos alguna vez, la institución es la que cuenta, siempre habrá futuro, y con puntos aleja ese fantasma del descenso mientras se recompone, porque se puede y se debe, para lo cual los dirigentes y el dueño tienen que quitarse la venda de los ojos, y pensar en grande.
Hasta la próxima…
macotal@yahoo.com
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