Alejandro Samper


Cómo estará de jodida la situación del país que hasta entre los más ricos se están robando. Los Fondos Premium de Interbolsa, sus tales ‘repos’ y esa telaraña de transacciones multimillonarias entre empresas pertenecientes o asociadas a la misma firma dejarán pérdidas por 500 millones de dólares, según la revista Semana (edición No. 1597).
Ahí está un señor llamado Alfonso Manrique Van Damme que dice perdió 35 millones de dólares con Interbolsa. Lo presentan como el damnificado mayor. Este súper rico es miembro de la junta directiva del Grupo Odinsa, uno de los cinco contratistas de infraestructura más grandes del país e investigado por el carrusel de las contrataciones de Bogotá. Una de las firmas que recibieron contratos a dedo por $1,6 billones, e hicieron reajustes de precios por $710.400 millones.
En el caso de Odinsa, ellos debían entregar una tramo de la polémica avenida 26 de Bogotá, el cual tuvo 17 meses de retraso a pesar de un anticipo del 70% de los recursos (dineros que no fueron legalizados). Como dicen los periodistas Miguel Pérez y Nicolás Ramírez en su artículo El carrusel de contrataciones, ¿quiénes son los implicados?: "Una asignación de recursos de esa magnitud, sin licitación, constituye objetivamente una oportunidad para la corrupción".
Buena plata 35 millones de dólares. Como para meter en un Fondo Premium en Curazao, un lugar donde no se pagan impuestos. Y entonces el rico termina tumbado por otro rico. Y como los ricos no pueden quedar pobres de la noche a la mañana, entonces hay que apretar a la clase media para tapar huecos de 500 millones de dólares. Ahí es cuando aparecen los lobbistas de los industriales y los grandes empresarios en el Congreso, en los Ministerios y en la Casa de Nariño para hacer modificaciones a una Reforma Tributaria de 192 artículos, que debe ser aprobada a la carrera. Para leer por encima como hace el senador Simón Gaviria.
¿Quiénes apoyan la Reforma? La Andi, por supuesto. Y las empresas petroleras y mineras, que hacen mucho lobby. El economista y columnista de El Espectador Eduardo Sarmiento escribió hace poco que esta reforma le baja el impuesto de renta a las empresas del 33 al 25%, reduciendo el recaudo para el Estado en $8 billones. Para contrarrestar esto, se elevan las tarifas del impuesto a la renta de las personas naturales con ingresos superiores a $5 millones. Entonces esto lleva a "la elevación del impuesto al trabajo de los grupos medios y una ligera reducción para las rentas más bajas, que se compensan con creces con un alza del IVA a los productos de primera necesidad". O sea, el infame impuesto al corrientazo, por ejemplo.
El presidente Juan Manuel Santos quiere que no le den más vueltas al asunto y le aprueben la Reforma. Mientras tanto les dice a los colombianos que "un salario mínimo que sea demasiado alto estimula el desempleo y la informalidad". Olvida que si al expresidente del Congreso, el senador Juan Manuel Corzo, no le alcanzaban los $16 millones mensuales que se gana para vivir y tanquear sus camionetas, ¿cómo puede hacerlo una familia de tres personas con menos de $600 mil?
Si un alza "miserable", como calificó el vicepresidente Angelino Garzón a la propuesta de los empresarios de aumentar en un 3,5% del salario mínimo, fomenta el desempleo, los altos sueldos de los congresistas fomentan la vagabundería.
Ayer, el Senado ya había aprobado más de la mitad de los artículos de la Reforma Tributaria, una que beneficiará a las empresas y afectará a la clase media de Colombia, así Santos diga lo contrario. Pero la clase media nacional ya está acostumbrada a que la jodan año tras año con más impuestos. Lo grave es que la plata se está acabando, y la que hay -tajadas sacadas de contrataciones con el Estado- está guardada en paraísos fiscales, a la espera de que un rico más vivo se las robe. Así está el país: Jodido y lleno de ladrones.
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