Orlando Cadavid


De los biógrafos del general Simón Bolívar consultados por nosotros, tal vez el único que se esforzó por dejar plasmada alguna idea sobre cómo era la voz del Libertador fue el filósofo Fernando González, llamado por sus coterráneos "El Brujo de Otraparte".
El legendario escritor envigadeño estableció que era metálica, parecía un clarín, según decían quienes lo conocieron en su juventud. El general Miller, quien lo trató en 1824, afirmaba que "su voz era gruesa".
A renglón seguido el maestro daba esta la explicación: "El Libertador comenzó a envejecer rápidamente en 1824. Su órgano principal, la causa de su genialidad, fueron las glándulas intersticiales: De ahí su gran voz metálica y su figura inquieta, para las que eran impropios los salones. No estaba bien sino en el ámbito suramericano. Desde 1824 comenzaron a degenerar esas glándulas, en provecho de las seminales, y por eso su voz se fue haciendo baja, voluminosa".
Y anotaba: "He observado que los hombres castos durante la juventud y edad madura, tienen voz metálica, vibrante, y que los jóvenes entregados al sexo poseen voz gruesa, baja, voluminosa".
El profesor González hacía la siguiente división:
1°. - Hombres de voz gruesa: Buenos para amantes, muy lentos, sin voluntad, inteligencias opacas.
2°. - Hombres de voz clarín: Voluntad firme, sensualidad creadora, inteligencias cortantes, amantes pésimos, rápidos.
He practicado observaciones durante estos cincuenta días que llevo de retiro: Los gallos que he dejado en el gallinero cantan de un modo opaco y grueso, y los que tengo aislados parecen clarinetes. ¡Cuánta diferencia en la energía que emplean para saludar al sol!
Pues el Libertador, en realidad, solo en Lima tuvo tiempo y ocasión para dedicarse al lecho. Antes no, por muy enamorado que fuera.
"El Brujo" sacaba las siguientes conclusiones: La voz del Libertador parecía un clarín, a causa de sus glándulas intersticiales óptimas.
Desde 1824, a los 41 años de edad, principió a envejecer a causa de la atrofia de las intersticiales, en beneficio de las seminales, y de ahí su voz ronca. Por supuesto que estas son hipótesis. Determinar las causas de una decadencia orgánica, ya que el organismo es una sinergia, es algo imposible. Pero en todo caso, el Libertador, comparado con cualquier joven de hoy, no fue mujeriego. Fue la suya, sensualidad creadora.
Oros aportes íntimos alrededor del genio caraqueño: Era nervioso, rápido en el amor. No conoció la delectación del amancebamiento. A propósito, copio aquí un párrafo de la carta que escribí a una amiga que se documenta acerca de él:
" … Ahí va una carta inédita de Bolívar para doña Manuela Sáenz, escrita en 1829, en la cual la despide. Queda comprobado que el Libertador no fue cónyuge. Era que doña Manuelita se agarraba. ¡Pobre Bolívar, obligado a amanecer con ella, a pesar de su repugnancia por los amores conversados!".
La apostilla: En el libro "Mi Simón Bolívar", el filósofo paisa resumió así su idea del personaje que biografió magistralmente: "Me interesa este hombre que vivió siempre al aire libre, que nadó en el Orinoco, en el Apure, en todos los ríos de Suramérica; que vivió una vida con ritmo acelerado, voluntarioso; el hombre que más ha montado a caballo y que más se ha mecido en hamacas".
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