Luis F. Gómez


La educación católica en Manizales está en peligro. Es más, me atrevería a decir que está en vías de extinción. Y hay que tener sumo cuidado en el asunto, pues ha sido un pilar bien importante para el sector educativo en la ciudad. El alcalde de Manizales lo sabe y no ha tenido, a juzgar por la noticia que salió la semana pasada en este diario, una conducta lo suficientemente seria para subsanar la situación. Hoy es la Divina Providencia, mañana será….
La educación católica está padeciendo por una parte, los efectos de la reducción de la vida religiosa, muchas comunidades que antes tenían numerosas vocaciones han visto cerrar sus noviciados y casas de formación porque ya no hay candidatos ni candidatas. Es un hecho innegable y que no logró evitarse formando laicos y laicas para que mantuvieran el carisma de la congregación religiosa en los planteles. En esto tienen una grave responsabilidad las mismas comunidades. Pero a su vez, la educación católica está sintiendo las consecuencias del mejoramiento tanto en calidad como en cobertura de la educación pública, hoy los colegios oficiales, en todas sus modalidades, comienzan a recuperar el espacio perdido en la enseñanza. Las inversiones en planta física, en tecnología, en mejoramiento de formación de los docentes, el fortalecimiento del Inglés como segunda lengua, generan una competencia muy grande a los colegios privados. Poco a poco es esperable que con la caída de la tasa de natalidad, el Estado pueda seguir haciendo esfuerzos muy claros en calidad, y esta es una buena noticia, pero va monopolizando solo en el Estado la prestación del servicio, acabando con una sana pluralidad.
Otro de los responsables de la suerte que está corriendo la educación católica en el país y en Manizales es la falta de liderazgo de los padres de familia. No han logrado organizar esfuerzos e intereses para apoyar un cambio de reglas del juego en el país. El Ministerio de Educación, seguramente con la simpatía o presión de Fecode, ha cerrado la posibilidad para que colegios privados puedan recibir estudiantes con el subsidio estatal. En muchos países de América latina existe la modalidad que los padres de familia cuentan con un bono educativo para los estudios de sus hijos y el gobierno así lo reconoce. Así los padres escogen libremente qué tipo de educación quieren para sus hijos y el Estado la subsidia en donde sea, evidentemente, cumpliendo con los estándares mínimos establecidos.
La libertad efectiva de educación, es una condición para un país que cree y defiende la libertad de opinión en un contexto de sano pluralismo y respeto de las creencias. Aquí se están jugando principios constitucionales muy importantes. Y no se puede dejar que unos cuantos funcionarios decidan por todo el país. Pero si los padres de familia permanecen "al margen" de la discusión, muy seguramente la educación católica quedará reducida en unos no muchos años a unos cuantos planteles exóticos.
La Divina Providencia que vivía de cobertura está agonizante y con carta de defunción redactada. Pero no es un caso aislado. ¿Qué podremos hacer?
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