Luis F. Molina


Luis F. Molina: @luisfmolina
DESTACADO: Pareciera que Putin quisiera tapar un error con otro error.
Justamente la semana pasada hablaba acerca de los Juegos Olímpicos de Invierno promovidos tozuda, pero exitosamente por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, cuando estalló una nueva desgracia ucraniana patrocinada por las incalculables magnitudes del ego del jefe de Estado ruso.
Los medios de comunicación de occidente muy poca atención le han brindado a la segunda parte de la desestabilización política de Ucrania. De hecho, algunos confunden las protestas que se tomaron las plazas de Kiev por más de tres meses con las recientes tensiones diplomáticas en la región de Crimea, al sur de Ucrania.
Las razones del desencanto ruso en la península de Crimea son simples. En junio de 1995, Rusia consiguió un forzado acuerdo que permitió la ubicación de la Flota Rusa del Mar Negro en las costas de Crimea, una región ucraniana con fervientes ideales soviéticos de entonces. Esta base militar rusa consta de casi 50 buques de guerra, entre acorazados, fragatas y submarinos, además de un potencial en tropas de 18 mil 500 hombres.
En 1995, Sebastopol, la ciudad más importante de la península de Crimea, acogió entonces a las fuerzas rusas. Casi el 82% de la presencia militar en Crimea es rusa, mientras que el 18% restante es para la administración ucraniana aunque fuera su propio territorio. Todo esto se deriva luego de la disolución de la Unión Soviética en diciembre de 1991 y, por determinación del mismo acuerdo, Ucrania no tendría presencia naval en este enclave.
Luego, en 1997, los presidentes de Rusia y Ucrania, Borís Yeltsin y Leonid Kuchma, respectivamente, firmaron un acuerdo que le cedía a la Federación Rusa tres bahías mayores de la península de Crimea por un periodo de 20 años. Dicho acuerdo pretendía reducir la deuda externa que mantenía Ucrania con Rusia luego de la caída de la URSS.
En abril de 2012, los presidentes de ambas naciones, Dmitri Medvédev y el depuesto Víktor Yanukóvich renovaron el acuerdo, permitiendo los entrenamientos rusos en esas costas ucranianas hasta el año 2042.
No obstante, no todas las razones por las que Rusia reclama derechos sobre esta península radican en negociaciones presidenciales. Luego de la terminación de la Segunda Guerra Mundial, la península de Crimea consiguió ser una región autónoma de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia hasta que en 1954 Nikita Krushev la emplazó dentro de la República Socialista Soviética de Ucrania.
Actualmente, la península de Crimea todavía es considerada una región autónoma dentro de la geopolítica Ucraniana, pues, de acuerdo con el último censo, el 60% de los dos millones de habitantes de Crimea se considera ruso, mientras que apenas el 25% son ucranianos.
Ahora, el problema que tiene a Putin con el dedo en el botón de pánico es que, luego del derrocamiento del gobierno pro ruso de Víktor Yanukóvich y la ascensión breve de un gobierno pro occidental en Ucrania, pueda perder una joya que sale al mar negro y le permite sostener un control bruto sobre otras repúblicas anteriormente soviéticas.
No se puede hablar de un renacer de la Guerra Fría tras las interposiciones de la Unión Europea y de Estados Unidos, pero, en caso de cometer un craso error en contra de Ucrania, Putin habría marcado otro gran fracaso en la historia rusa.
EE.UU. ya se puso en frente de la situación y el secretario de Estado de ese país, John Kerry intervino, junto a otros miembros de la OTÁN para reducir a un mínimo alcance las incursiones militares de Rusia en territorios con soberanía ucraniana.
Kerry, quien llegó el martes a Kiev, amenazó con la expulsión de Rusia del G8 y otras fuertes sanciones a Rusia si ese país se atreve a atentar contra la oposición ucraniana. Putin, por su parte, no va a permitir una humillación ante la política internacional, aunque ya haya cometido el yerro de obrar bajo la presión del temor. Pareciera que Putin quisiera tapar un error con otro error.
EE.UU. y sus amigos podrían ponerse de acuerdo para aislar a Rusia económicamente asumiendo dinámicos y aplastantes egos, aunque la posición de China a la hora de la verdad pueda dictar el curso que vaya a tener esta situación.
Hay que dejar en claro que no es el renacer del la Guerra Fría, principalmente porque el mundo ya no está polarizado y las superpotencias ahora se preocupan por evadir la propia quiebra de sus economías y democracias.
Putin debe entender que el mundo ya no gira sobre las torpezas de Moscú.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015