Bernardo Mejía


En medio de las dificultades que hemos tenido con la construcción de la Autopista del Café, se puede decir que después de 15 años en términos generales está funcionando bien. Con esta obra el constructor, Odinsa, hizo uno de sus mejores negocios, pues además del tiempo que lleva construyéndola y del plazo que tiene para recuperar la inversión, por efectos de la topografía del terreno por donde esta pasa y de los problemas geotécnicos que presenta el terreno, tendrá trabajo por muchos años.
Por ejemplo, a raíz de unos asentamientos del terreno que se están presentando frente a las instalaciones de Arme, en la entrada a Chinchiná, Odinsa está proponiendo construir una variante que vale una cifra cercana a los 50 mil millones de pesos para evitar los problemas actuales, propuesta que debe ser analizada a profundidad, para determinar si es posible lograr la estabilización del sector o inclusive si se puede construir un viaducto, tal como se hizo en la Estampilla.
Otra obra supremamente importante para nuestra ciudad y que después de muchos años ya se le está viendo una luz, es la construcción de la doble calzada de la vía Panamericana en el tramo comprendido entre La Playita y Lusitania, que incluye el segundo puente en el sector de La Playita y que afortunadamente y tal como están las cosas estará lista para finales de este año. También va a un buen ritmo la construcción del acceso a Villamaría y en un futuro próximo se va a reemplazar el puente Jorge Leyva. De modo que por el lado de la conexión vial con Villamaría las cosas quedarán muy bien para finales del 2014. Nos queda seguir trabajando para lograr que se continúe con la construcción de la doble calzada entre la terminal y la Estación Uribe y estar muy atentos en el avance de la intersección que se está realizando entre La Panamericana y La Fuente que tiene un diseño parecido a la glorieta de San Rafael en la Avenida Kevin Angel.
También hay que estar muy pendiente de la construcción de la glorieta de San Marcel y de la doble calzada hasta Maltería. Con respecto a la glorieta, ésta se encuentra en diseño, mientras que en la doble calzada el Ministerio del Transporte está comprando los predios para poder proceder a su construcción. Con esto se quieren evitar las dificultades que se han presentado en proyectos similares, que por no disponerse de todos los terrenos requeridos, se han retrasado las obras y generado sobrecostos.
Sin lugar a dudas, al proyecto vial que hay que ponerle la mayor atención es al futuro de la vía a Bogotá. Los recursos que se han invertido en el mantenimiento y mejoramiento de las condiciones de la vía hasta letras e inclusive unos kilómetros más abajo de Cerro Bravo, han permitido mejorar las condiciones de desplazamiento vehicular. Sin embargo, es muy importante que Manizales tenga una buena comunicación al menos con Mariquita, y la vía actual, con todas sus mejoras y mantenimientos, no es la solución. Se requiere de una nueva carretera, que actualmente se encuentra en diseño y por la que debemos velar, para que verdaderamente nos sirva a los manizaleños y que finalmente se logre su construcción. La propuesta de la nueva carretera contempla túneles de más de 10 Kms, que en nuestro medio no son viables tal como lo muestra la experiencia desafortunada del túnel de La Línea que tiene algo más de 8 Kms. y que no se sabe la fecha en que estará en funcionamiento.
En nuestro medio túneles de mas 5 kms no son la mejor opción, debido a las dificultades que se tienen en su construcción y por los costos que exigen su mantenimiento y funcionamiento. Por eso son bien vistas iniciativas como la del puente helicoidal que se tiene entre Santa Rosa y Dosquebradas, por lo que lo mejor y más viable para una nueva vía entre Manizales y Mariquita es tener un diseño en el que se alternen puentes y túneles de menos de 1 km de longitud.
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Si bien este año no hemos sufrido los rigores climatológicos del fenómeno de La Niña, muchas de las estaciones meteorológicas que se tienen instaladas en la ciudad están marcando niveles de registros pluviométricos en los últimos 25 días que superan los 300 milímetros, indicador que pone a la ciudad en alerta naranja –cuando supere los 400 milímetros llegamos a alerta roja- con un alto riesgo de deslizamientos –como los que se han presentado en los últimos días-, lo que implica reforzar las labores de monitoreo y vigilancia de nuestras laderas.
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