Luis F. Molina


La noticia del fin de semana fue el debate suscitado a raíz del asilo que concedió Ecuador al fundador del ya demacrado portal de “libertad de información” conocido como Wikileaks, Julian Assange. Sin embargo, los límites del debate se ciñeron a la doble moral con la que el presidente ecuatoriano Rafael Correa se apropia del bus de la victoria al que se montó hace más de un año Assange y se jacta de promover el valor de la libertad.
¿Pero con qué veracidad dice tales cosas el presidente de Ecuador? Nadie puede olvidar las demandas que ha emprendido contra la prensa independiente, o al menos, con aquella no ha tomado la postura oficialista que su fuerte temperamento y comprometedoras políticas quieren imponer. Después, Correa dijo que no quiere que el australiano Assange sea víctima de la pena de muerte o la persecución de Estados Unidos.
A raíz de esta decisión quedan algunos cabos sueltos que tardarán algún tiempo en obtener respuesta. ¿A qué se debe el silencio de Australia, nación de origen de Julian Assange? ¿Por qué aplicó para un asilo político y no un refugio, tal como lo propuso el abogado rosarista Juan Pablo Cadena en una entrevista a un medio ecuatoriano? La figura de refugiado daría más garantías a Julian Assange, pues su protección recaería en el Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR). Entonces, para el Reino Unido sería más difícil darle la espalda a la ONU.
En 1951, durante la Convención de Viena se definió que un refugiado es un individuo, quien por sus “fundados temores” es perseguido por diferentes razones, entre ellas grupo social u opiniones políticas. Por el momento, Julian Assange es únicamente asilado aunque podría pedir ser un refugiado más y ello, sin importar el disgusto Británico, lo dejaría más tranquilo en Londres.
Y, ¿qué es lo que teme Julian Assange? El australiano teme que pueda ser extraditado a Suecia donde es reclamado por cuatro cargos relacionados con un presunto abuso sexual. Adjunto, Suecia tiene el nivel más alto de abusos sexuales en toda Europa y es por ello que es castigado severamente. No obstante, el mayor miedo de Assange es que la presión de los Estados Unidos haga que su terminal sea una prisión estadounidense donde pagaría una larga condena por espionaje.
A Assange hay que reconocerle un cambio importante en el manejo de la información, pues puso en tela de juicio aquellos países donde el secretismo es impermeable y su ruptura significa gravísimos castigos. Sin embargo, al fundador de Wikileaks le faltaron métodos sabios para revelar su información y hasta hace poco se supo que un documento simulando ser un artículo del New York Times, era una farsa.
En una columna anterior dije que a Correa el temperamento y la falta de tranquilidad cada día le hacía entrar en el error y por ello intentaba suplirse de deslices ajenos para justificar sus propios yerros. No obstante, la nueva posición oportunista de Rafael Correa deja en claro que el movimiento de asilar a Assange es estratégico aunque la libertad de información y expresión sea algo que no comparta y, todavía menos, respete.
La moral de Correa, de un presidente con los pantalones bien puestos, que desafía la burguesía de su país, contrasta completamente con una posición utilitarista que lo deja bien parado con unos, pero mal visto por muchos otros.
****
Tal como la indecisión de Correa y Assange se ha visto también la del candidato Republicano a la presidencia de EE.UU., Mitt Romney, quien también se refugió en un candidato aparentemente joven como Paul Ryan para que sea su fórmula en la vicepresidencia. Sin embargo, se arrima todavía más al ala ultraderechista de los republicanos y se aparta de aquella posición moderada que en un principio de la campaña Romney quiso expresar.
En Estados Unidos, la figura de la fórmula vicepresidencial es un factor determinante a la hora del voto. Hace cuatro años la persecución y las altas opiniones que generó la figura de la exgobernadora de Alaska, Sarah Palin, quizás le costaron a John McCain su oportunidad presidencial. Finalmente fue destrozado por la esperanza que mucho tardó y nunca llegó con Obama.
Con Ryan, Romney da un enfoque radicalmente político, económico y funcionalista a su campaña. Es bien sabido que las finanzas estadounidenses son un caos, pero su acción social pasa a un segundo o tercer plano, en especial, por las posiciones radicales de Paul Ryan en contra del aborto y la ampliación de la seguridad social propuesta por el gobierno Obama.
En dos semanas serán las convenciones demócratas y republicanas y la campaña llegará a su punto más fogoso. Mientras tanto, queda tiempo para escuchar más posiciones conspirativas y falsedades políticas de nuestro hemisferio.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015