Jorge Enrique Pava


La encrucijada en que se encuentra el partido de la U en Colombia es de unas magnitudes tales que, muy a pesar de haber sido un partido con el mayor potencial político del país, hoy se encuentra en el filo de la navaja y su futuro está revestido por la incertidumbre, la indecisión y el caos.
¿Producto de qué? Pues producto de haber caído y seguir manteniéndose con los actos politiqueros de los partidos tradicionales, y de acudir a la felonía más perversa que ya es evidente para el propio pueblo y para muchos de sus militantes que lo tienen que aceptar con tristeza, desazón e impotencia.
Hay que reconocer que muchos miembros de este partido son personas valiosas y dignas representantes de unos electores que pedíamos a gritos los cambios de las costumbres políticas. Pero también las hay (en grueso número y con demasiado poder) personas que en el momento de las definiciones prefirieron libar de las mieles de la mermelada estatal y continuar con el poder burocrático que el Gobierno Nacional les ofreció como contraprestación a sus actos de traición con Álvaro Uribe Vélez, su líder natural. ¡Qué tristeza! Pero esos actos tienen que tener consecuencias.
Por eso da pesar que una institución política de las magnitudes que alcanzó el partido de la U, hoy esté abocada a ser un movimiento minoritario, a pesar de contar con la chequera estatal y con millones de puestos que servirán de soporte reelectoral. Parece un contrasentido, pero el panorama político no pinta diferente; porque las condiciones coyunturales son especiales, sui géneris y producto de una gran polarización provocada y originada en actos de deslealtad, traición y felonía.
El presidente Santos asumió el poder con los votos del uribismo y fincó su campaña en promesas de continuidad de las políticas que habían demostrado ser efectivas para el resurgimiento político y social del país. Pero no fue sino tomar asiento en su trono, para que les diera la espalda a su mentor y a sus electores, quienes votamos por unos planteamientos diferentes a los que encontramos en el gobierno. Pues bueno, como dice el adagio, cada alcalde manda en su año, y a fe que el presidente Santos lo ha aplicado notoria y legítimamente. Y las consecuencias no se han hecho esperar: una oposición férrea, un partido resquebrajado y unas condiciones políticas adversas producto de sus actos desleales.
Y en la mitad está el partido de la U y sus principales militantes. El impedimento legal del transfuguismo no les permite aspirar por un partido diferente del que hoy representan para ser reelegidos en sus curules; y al no renunciar con la anticipación legal les tocó quedarse militando dentro de las toldas de un partido cuyas cabezas son los mayores opositores del líder primario y natural. ¿Cuál es la consecuencia concreta? Cientos de "uribistas" acérrimos a órdenes de su contradictor natural y teniendo que seguirle el juego a la potestad presidencial para conservar su poder. ¡Vaya despropósito y paradoja!
Pero esta es una condición por la cual optaron cada uno de los hoy perjudicados y, en consecuencia, también cada uno deberá asumir su cuota de responsabilidad personal y de asociación. Allá ellos. Lo que no se puede aceptar es que se siga jugando a dos bandas y se le siga mintiendo al pueblo. El partido de la U no es Uribe, así quienes se sientan con una pérdida inminente de poder por haber cedido a la mermelada estatal, quieran hoy presentarlo de otra manera. El partido de la U representa los intereses, las mañas y los procederes del presidente Santos y eso tiene que quedar absolutamente claro.
Otra cosa es que algunos militantes del partido de la U quieran que Álvaro Uribe Vélez vuelva a las toldas de ese partido para garantizarse la reelección que hoy tienen en serio peligro. Pero ese sería un escenario en el cual, de darse, generaría una decepción popular de grandes proporciones, pues significaría nada más ni nada menos que el expresidente Uribe legitimara a sus reconocidos enemigos por ir tras unos votos que, en la práctica, no necesita para conseguir el poder a través del Legislativo. ¡Y no creo que eso suceda!
La encrucijada que vive el partido de la U la van a tener que solucionar quienes ostentan el poder y quienes optaron por ceder ante las dádivas del Gobierno Nacional. Y como no parece haber solución a la vista, ya que el elector no es estúpido ni las bases uribistas tampoco, nos aprestamos a ver en muy corto tiempo cómo se pasa de la grandeza a la inopia política a través de la felonía, la traición y el actuar por conveniencias inmediatas. ¡Y hasta se lo merecen!
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Sigo insistiendo en que hay unas fuerzas oscuras tratando de sacarme de algunos medios de comunicación. Sé que les molesta esta voz y que la denuncia los ha tocado en forma tan directa que se sienten lesionados. Pero les hago un llamado: no procedan en forma tan mezquina; si tienen argumentos, pues esgrímanlos y debatamos en franca lid, pero no traten de utilizar el poder y los métodos extorsivos para callarme. Esto no le conviene ni al periodismo ni a la sociedad.
Nota del director de LA PATRIA
Las actuaciones de las "fuerzas oscuras" a que se refiere el columnista no han sido con nosotros, y si se llegaran a presentar las rechazaríamos de plano. La continuidad de la columna del señor Pava en este diario depende exclusivamente del criterio de la dirección del periódico. NRE
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