Fraile


Es bien curioso ver cómo tercamente las empresas taurinas colombianas, pues no conozco la realidad allende los mares, se empecinan en seguir montando ferias con presupuestos que desbordan su capacidad operativa viéndose obligadas a acudir a los patrocinios, cada vez más difíciles de conseguir dada la escasa popularidad del evento que se pretende auspiciar. No debemos olvidar que los Toros son un espectáculo para una extensa y selecta minoría, no desde el punto de vista económico sino desde el cultural y sensorial. Y la publicidad es una ciencia que va dirigida a las masas. Los productos de las minorías son tan exclusivos y costosos que anuncian en medios bien diferentes a un coso taurino.
¿Y cuál es la causa para cometer este exabrupto, que cualquier "economista joven con bicicleta", como se referían peyorativamente a dichos profesionales en la década de los setentas, hubiese tildado de absolutamente contrario a las matemáticas financieras? Pues que los "costes" superan ampliamente los beneficios proyectados. ¿Y de dónde salen estos famosos "costes"? Pues del hecho que las llamadas figuras cobran unos honorarios que no se compadecen con la realidad económica del negocio y los directivos de las empresas, desafiando el sentido común, los aceptan y los pagan. Es de saber que los demás gastos del espectáculo son infinitamente menores a lo que los honorarios de los toreros extranjeros representan.
Suena bastante ilógico ¿o no? mi querido Juan José, que uno resuelva hacer un negocio, año tras año, a sabiendas que las utilidades operacionales serán negativas y que para defenderlo tenga que salir a la calle a pedir dineros bajo el pretexto que los anunciantes obtendrán un importante retorno por pautar en uno o en varios espectáculos taurinos. Y el ingrediente peor de todo este galimatías es que después que los empresarios aceptan jugarse su economía pagándoles a las figuras unos honorarios totalmente, como ya vimos, fuera de contexto, estos incluyen dentro de su contratación las más perversas condiciones, todas ellas sin excepción, en contra del público que paga por ver un espectáculo que de auténtico poco o nada le queda. Y nuevamente, los empresarios aceptan.
¿Qué quiero decir? Pues que es para todos sabido que la corrida de Toros conlleva riesgos y peligros para sus actores y de hecho en países como Francia, España y quizá México estos no han desaparecido aún. Pero en nuestra querida Colombia, la torería andante en mancuerna con algunos ganaduros (que no ganaderos) sacan a las plazas animales "preparados" para las figuras, vale decir de porte mediano a chico, poco ofensivos, exentos de peligrosidad y de comportamiento cansino. O sea, la esencia de la corrida, que es el peligro, como lo es en las carreras de carros, o en el paracaidismo o en cualquier otro deporte extremo queda reducida a su más mínima expresión. Y siguen las condiciones: solo se torea determinados días, con determinados compañeros (los de la cuerda, claro está) y solo los toros de fulano, siempre y cuando "estén en condiciones" léase "humanizados" etc. etc. etc.
¿Y qué hay con esto? Pues que lo que en realidad se da en el ruedo es un amago de corrida y a quien le acaban dando gato por liebre es al "paganini" del espectáculo, o sea al aficionado quien más pronto que tarde, al caer en cuenta de la farsa, se irá aburriendo. Ya no queda quién defienda los intereses de la afición, vimos que no serán los ganaderos quienes lo hagan, ni la empresa, ni mucho menos los toreros. No vengan a decirme que un empresario o un ganadero o un matador van a autorechazarse una corrida o un Toro por falta de peso o de trapío, si es a ellos mismos a quienes más les conviene que opere la ley del menor esfuerzo.
Lo que acabo de decirte es muy duro, mi querido Juan José, pero es la cruda realidad y mientras no cambie y las cosas vuelvan por el sendero de lo ortodoxia, de la verdad y de la integridad, la Fiesta, infortunadamente para quienes la amamos, seguirá en decadencia y por ende, como dicen los jóvenes, continuará cayendo como un piano.
Recibe un abrazo de tu amigo. El Fraile.
Colombiano, compra colombiano.
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