Tradicionalmente, dos horas antes del juego del Súper Tazón, el presidente de EE.UU. da una entrevista a la cadena que tiene los derechos de transmisión del evento. Solamente tres canales tienen la autorización para transmitir el acontecimiento televisivo más importante de ese país: CBS, NBC y FOX. Los más paranoicos dicen que CBS y NBC son de corte demócrata, mientras que, FOX hace parte del pensamiento republicano. El domingo pasado el turno fue para FOX.

Bill O’Reilly es el presentador estrella de FOX News. Su postura es conservadora y propende, según dice, por defender las tradiciones de los fundadores de Estados Unidos.

La entrevista con Obama fue intensa. O’Reilly intentó acorralarlo con los temas que siempre tiene en su programa para crucificar su administración. Pasó por las fallas en la adaptación del nuevo sistema de salud, el ataque en la embajada de EE.UU. en Bengasi (Libia) y el escándalo en el Departamento de Hacienda.

Sin embargo, Obama cayó en el desespero. Aunque intentó explicar, no encontró otro argumento que culpar a FOX por la forma en la que creció su oposición desde noviembre pasado. De acuerdo con su versión, la razón para que los estadounidenses aún se quejen por esos asuntos internos es porque FOX News los ha mantenido dentro de la agenda pública. Tal cual.

Ahora bien. ¿Qué pretende condenar Obama? ¿Los errores de su gobierno deben tener siempre amnistía mediática?

El discurso del presidente de Estados Unidos siempre está controvertido y el análisis a cada palabra que dice puede ser su mayor tortura. El margen de error es casi nulo. Sin embargo, la prensa guarda ese irreductible derecho a expresar su oposición por el bien democrático.

Pero no en todo el continente las dosis de tolerancia son así. Las políticas rancias de los gobiernos ecuatorianos y venezolanos son la cápsula que hacen repensar la filosofía de censura del gobierno. Se escudan en una idea dulce para muchos ciudadanos… A la prensa hay que controlarla para que no diga cosas que no son.

Por ejemplo, el caso de la escasez de papel periódico en Venezuela es una fina muestra de la arrogancia de los gobiernos por mantener sus pálidos puntos de popularidad. Un pueblo desinformado es el mejor instrumento para ellos. La masa se convierte en el medio para mantener en el letargo y en una constante adicción ideológica a una población perdida y sin recursos.

Siempre he creído que el gobierno venezolano es bruto y cada semana que pasa lo confirma. Pero no le temo. Cada vez es más clara la caída de un gobierno insostenible, que se parece a una pirámide y cuyos votos de confianza se debilitan con el paso del tiempo y el hambre.

Le temo al gobierno de Rafael Correa. Un ideal populista, de miedo y aferrado últimamente al poder. Correa se enamoró del trono que ya ostenta, transportando a los periodistas y sus medios de comunicación a una atmósfera de miedo que les impide muchas veces decir las cosas como son. El gobierno es tomado por una clase política, pero nadie dice nada. Pero, al menos, ya hay carreteras.

¿Qué puede esperar un pueblo cuando sus gobernantes creen que la desgracia de una sociedad es culpa de la prensa? Que como Obama cree, los medios de comunicación no le permiten despertar de sus pesadillas. O como lo hace Maduro, impidiendo la expresión justa de los ciudadanos, o el señor Correa anulando de tajo el recurso de una prensa libre y objetiva.

Nunca me gustaría ser gobernante. El poder me ahogaría bajo la más sedienta ignorancia y el paredón del día a día me llevaría a la locura. Nuestros gobernantes retan esa realidad, pero muchos ni siquiera la aceptan una vez les pertenece. Entonces, ¿para qué quieren gobernar? Posiblemente porque su ignorancia supina no les permite diferenciar entre gobierno y dominio.