Ricardo Correa


En la Grecia antigua surgió un problema geométrico que se denominó "la cuadratura del círculo", el cual consistía en crear un cuadrado que tuviera un área igual a la de un círculo dado. Hasta el siglo XIX matemáticos y geómetras se devanaron los sesos buscando sin éxito la solución. Parece ser que solo las matemáticas modernas lo han podido lograr. Debido a esta imposibilidad histórica el término "la cuadratura del círculo" entró a hacer parte del lenguaje corriente para referirse a un problema que es extremadamente difícil o cuando no imposible de resolver.
La aplicación de justicia dentro del procedo de paz de La Habana es la cuadratura del círculo que tenemos entre manos los colombianos. ¿Castigar o no castigar? ¿A qué acuerdos llegar en esta materia que sean aceptables para el Estado, la sociedad, las Farc y la comunidad internacional? Con el entendimiento del enorme reto que esto significa fue que el presidente Santos viajó a la asamblea ordinaria de Naciones Unidas, en donde prácticamente todo su discurso se centró en este asunto. Y por lo mismo se reunió con la fiscal de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda.
Si se quisiera aplicar plenamente la ley penal para los responsables de delitos en el marco del conflicto armado, sencillamente no sería posible un proceso de paz, pues para la guerrilla daría lo mismo negociar o no. En el otro extremo, hacer caso omiso de cualquier responsabilidad por los crímenes cometidos en medio de la guerra, especialmente los más crueles y lesivos, es hoy totalmente imposible: la ley nacional y la jurisprudencia lo prohíben; los tratados internacionales lo rechazan y la opinión lo repele.
Siempre he estado convencido de que el tema más difícil de las actuales negociaciones es el tratamiento de lo que ya pasó, de los horrores de la guerra. Es que son 220 mil homicidios por el conflicto, miles de desaparecidos, miles de mutilados, miles de secuestrados, millones de desplazados, cientos de miles de despojados. El reto no es solo jurídico, penal, es de cómo vivir con esta historia y cómo reparar, en la medida de lo posible, tanto dolor.
Ahora bien, esto hay que aterrizarlo en un mundo práctico, a veces demasiado pragmático, cruzado por lo inmediato de la política y la opinión, por las limitaciones legales y jurídicas, y por el pulso de posiciones que se da en la mesa de La Habana.
Al hacer la ecuación de justicia para las actuales negociaciones no se nos puede olvidar que el propósito central de estas, y la urgencia más inmediata y profunda del país, es lograr la finalización de la guerra, que las Farc y el Eln desaparezcan con grupos armados que ejercen violencia y llenan de muerte las regiones. Solo esta visión clara podrá otorgar la sensatez para encontrar los equilibrios requeridos.
El castigo en el derecho penal tiene un elemento retributivo, algo así como una venganza civilizada, esa sensación de que el criminal tendrá que sufrir por el daño causado. Pues bien, en los procesos de negociación de guerras este elemento se flexibiliza, se atenúa o desaparece. Este es el precio que habrá que pagar para que Farc y Eln dejen de existir.
Esta fórmula es un acto de generosidad para con aquellos que se librarán de la violencia de estos grupos: vidas salvadas, dignidades resguardadas, dolores evitados; en últimas, una ofrenda de las víctimas para todos. Para permitir que esto se dé, el Congreso expidió una reforma constitucional denominada "Marco Jurídico para la Paz", que otorga herramientas para moldear la ley penal a un acuerdo de paz.
¿Y las Farc y el Eln qué? Se preguntarán muchos. ¿Entonces como si nada fuera después de tantos crímenes cometidos? Habrá que decir que sin su aporte en esta materia no será posible ningún acuerdo, y menos que la población respalde dicho pacto. Los líderes de la guerrilla están en la obligación de manifestar su pena, su vergüenza, por todo el daño que han causado. Tendrán que reconocer que en su lucha política utilizaron instrumentos degradantes y que están dispuestos a hacer lo que tengan que hacer para aliviar, así sea en algo, la mortificación que persigue a las víctimas día a día.
Parece pedir mucho. Por eso es la cuadratura del círculo. El tiempo corre.
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