Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Bogotá

Se siente confusión  en el Once Caldas en la búsqueda de nuevos refuerzos y en la designación del técnico. Las voces amigas que se aproximan a los inexpertos directivos, lo hacen con la vocación y la pasión del hincha y no con el análisis razonado que da el conocimiento.
Técnicos y jugadores deben encajar dentro de una idea de juego, un estilo y, sobre todo, un proyecto que, de resultar  exitoso, trae consigo la felicidad para todos. Al ver desfilar nombres de candidatos   se ve la falta de estudio sobre sus antecedentes, algunos bochornosos no solo en materia de resultados sino de comportamientos.
Saben seguro, que uno de ellos intento agredir a un directivo, que otro cuelga los jugadores de los palos hastiando con su fútbol especulativo, que uno más anda con 10, 11 o hasta 15 jugadores de un club a otro, sin importar las calidades de su rendimiento.
Flavio Torres, considerado una opción útil, se cansó de esperar la ratificación de una oferta y prefirió quedarse en Pasto. Firmó una hora antes de que el correo presentara el ofrecimiento del blanco. Osorio, serio como siempre y aprobado por la afición, está dispuesto a cumplir hasta finales del próximo año su compromiso con Nacional. Leonel Álvarez se fue al Cali, lo que era de público conocimiento desde hace dos meses. Quedan pocos en la baraja, la mayoría con procesos agotados en el medio.
Un líder firme, capaz, que revolucione el club, con decisiones tendientes al bienestar del plantel, que no sea un arma de doble filo por sus caprichos y que defienda un estilo aprobado en nuestro estadio, se necesita. No un matón, un mercader de jugadores, comerciante apasionado, sin escrúpulos, en maridaje con los empresarios.
No cabe duda sobre las buenas intenciones de los nuevos timoneles administrativos del plantel. Pero hay tantos intentando meterles el dedo en la boca porque aún no entienden de política institucional en el fútbol, de la filosofía  de juego como piedra angular del proyecto, del real valor técnico de los jugadores buscados y de la conveniencia o no de   la inversión en sus contrataciones. Pero, especialmente, del hombre que releve a Hoyos.