Jorge Raad


El título podría corresponder al libro de André Malraux, considerado por el diario Le Monde de Francia como uno de los documentos estelares del siglo XX.
Pero no es así en este caso. Se refiere aquí a una expresión que se ha vuelto común para explicar las actuaciones de los seres humanos, cuando ellas generalmente no encajan en un marco habitual o esperado y se dice a manera de disculpa: ¡La condición humana!
Todo puede ser explicado, comprendido y disculpado bajo esta premisa: ¡La condición humana! En el sentido estricto de la connotación de la frase, ella da a lugar a cualquier exoneración por acciones humanas de cualquier clase e inclusive de hecho. ¡La condición humana! Los humanos son así, tienen una especial manera de hacer, permitir e indultar lo que sea, no hay límite. Se impone entonces la pregunta: ¿Qué no se puede tolerar en los humanos? ¿Todo? Imposible, pero sucede y en ello son especiales aquellos que carecen de un sentido de honestidad y dignidad, porque no todo es dinero, que deben adornar por esencia a todos los humanos y en primer lugar de esas premisas está el respeto por la vida. ¡La condición humana no puede justificar el asesinato u otra clase de agresiones letales!
En la vida diaria como se ha expresado se esgrime a cada instante: ¡La condición humana! Que no es otra cosa que afirmar que se es humano y por lo tanto cree que le está permitido la violación de lo que considera útil para su propio beneficio ya sea directa o indirectamente. Este error es una disculpa que adquiere características escandalosas cuando una y otra vez tiene como ley su propia conciencia, que no siempre es respetuosa de los demás y del libre examen de las situaciones que pueden favorecer a los demás por encima de su propia conveniencia.
La falta de análisis y por ende de crítica hacia las actuaciones de los humanos ha conducido a la precitada afirmación para englobar todo lo que realiza una persona, un grupo de ellas, una familia o un sector de la sociedad: ¡La condición humana! Evidentemente, es una razón que debe tenerse en cuenta pero ello no es todo ni puede servir de base para que otros o ellos mismos trastoquen un juicio de responsabilidades por una simple frase más de justificación humanitaria que otra cosa.
Los humanos se equivocan. Sí, y más frecuentemente de lo que creen o aceptan aún en la intimidad de su conciencia. Pero creer en el mal y hacerlo, sin atenuantes y pensando que luego la más satisfactoria de las explicaciones es argumentar: ¡La condición humana! Es una conducta aleve contra los demás seres humanos y con el agravante que estas personas se encuentran en los más elevados cargos o posiciones de lo estatal o privado, que para los fines da lo mismo a pesar de que laborando con el Estado, la sociedad se ve involucrada de una forma pasiva pero que en ocasiones resulta lesionada.
Antes de esgrimir ¡la condición humana!, es bueno el análisis individual bajo las perspectivas de diligencia, pericia y prudencia, para eliminar falsas evaluaciones y afirmar las responsabilidades, como una obligación de todo ser humano.
Nota 1: La ministra de Educación platicó ayer en Manizales sobre la necesidad de las prácticas adecuadas para los estudiantes de diferentes profesiones y tecnologías. Por lo tanto, es lógico pedir como un derecho el Hospital Universitario para Manizales y sus diferentes programas de salud.
Nota 2: Sandro Magíster escribió ayer: "Hace un siglo vivían en Europa y en Norteamérica el 70% de los católicos. Hoy viven apenas el 32%. Pero en compensación, un gran número de inmigrantes en Estados Unidos, especialmente de América Latina, han logrado aumentar la presencia general de los católicos. En América Latina crecieron en un siglo de 70 millones a 425 millones. Los cardenales que hoy ingresarán al cónclave son conscientes de ello. En el nuevo siglo -si no ya desde ahora- un papa "americano" no será más una sorpresa".
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