Cristóbal Trujillo Ramírez


En reiteradas ocasiones nos hemos referido al papel trascendental que ocupa la labor del maestro en la calidad de los aprendizajes de sus estudiantes, esta afirmación está ratificada y validada por los mejores sistemas educativos del mundo, en los cuales, para cursar estudios en la carrera docente son innumerables los aspirantes, de ahí, que sean muy altos los niveles de exigencia para acceder a los cupos que ofrecen las universidades para carreras de licenciaturas en educación; por supuesto, esto se debe al gran reconocimiento que la sociedad y el Estado le otorgan a sus maestros, lo que se traduce, además, en el reconocimiento de sus salarios y de sus condiciones laborales; así mismo, la formación de pregrado es de alta calidad, la cual no solo se brinda durante la carrera, sino también, permanece durante toda la vida laboral del maestro.
En nuestro país el asunto es bien distinto, ya que el sistema de vinculación le abre las puertas a todos los profesionales, incluso con carencia absoluta de formación pedagógica; además, durante su vida laboral el acompañamiento de cualificación a su desempeño es mínimo; adicionalmente y, dado el bajo reconocimiento que ante la sociedad y el Estado tiene la profesión docente, son muy pocos los bachilleres que aspiran a cursar estudios de licenciatura y, los pocos que se presentan son de muy bajos puntajes en las pruebas de admisión. Para ilustrar un poco esta afirmación analicemos el siguiente dato: para capacitación docente en Manizales se han presupuestado $30 millones para la vigencia 2013; esto equivale a algo así como $12.000 por docente al año, es decir, $1.200 mensuales. Como si todo esto fuese poco, al revisar el desempeño laboral de aquellos licenciados que egresan de las universidades de la ciudad, con pregrado en educación, se puede concluir que en el mejor de los casos poseen una formación disciplinar suficiente, que egresan con unas competencias pedagógicas y didácticas básicas, pero con notorias deficiencias en la formación de su dimensión política.
La docencia es una tarea eminentemente política; la educación es la tarea política más noble de un país, la educación es el vehículo más efectivo para redistribuir la riqueza nacional. Procurar el acceso a la educación de calidad es un acto de profundas convicciones democráticas en una nación; de ahí que entender el elemento político que encierra la educación, transforma sustancialmente la labor del maestro; el desarrollo y la apropiación de este concepto no se ve en la práctica de los docentes que egresan de las licenciaturas de las universidades de nuestra región, parece que se hacen licenciados en Inglés, para "ganarse la vida dictando clases de inglés", hasta allí, existe solo una dimensión instruccional; una cosa es ser instructores y otra, muy diferente, ser maestros; la esencia de la tarea del maestro es la pedagogía. Cuando un abogado se pone frente a un grupo como docente, deja de ser abogado y se convierte en maestro, es un maestro con formación disciplinar jurídico-legal.
Es lamentable la política educativa en Colombia con relación a la formación pedagógica exigida a los aspirantes de la carrera docente; pero además la incapacidad de las autoridades educativas para garantizar los recursos necesarios para acompañar procesos de cualificación profesional y permanente para sus maestros.
Llamo la atención desde esta columna a la clase política de Caldas y de Colombia, de las autoridades educativas y de los académicos de las facultades de educación, para que intervengamos esta situación que es, a todas luces, infortunada para la calidad educativa de los niños y jóvenes de Colombia; entendamos de una vez por todas el mensaje que el mundo nos ha dado: "la clave está en buenos maestros"; en Colombia, la política educativa no motiva el acceso de los mejores a la profesión docente, tenemos deficiencias en la formación política que ofrecen las facultades de educación de nuestras universidades; son mínimas las oportunidades de cualificación a los docentes en ejercicio; además, el Estado, la sociedad y la familia no reconocen la dignidad de la tarea de educar; mientras no ataquemos esta gran deficiencia de nuestro sistema educativo, difícilmente vamos a obtener resultados satisfactorios en la calidad de la educación colombiana.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015