Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Bogotá

A un paso está el Once Caldas de dar el gran salto hacia la salvación, lo que le permitirá operar, escrupulosamente, para darse vida financiera. Aprobada la ley de insolvencia, queda pendiente la aceptación o no de la DIAN para renegociar la deuda con pagos por cuotas, diferida a un tiempo acordado por las partes.
Vientos mejores con la llegada de Pablo Muñoz, exgobernador e hincha  del onceno, estricto en los manejos de acuerdo con los códigos, nuevo promotor de la ley a la cual el Once Caldas se ha acogido. Muñoz  será el verificador del cumplimiento de los compromisos contraídos y los pagos salariales y fiscales, so pena de ser  vinculado penalmente, al igual que los directivos.
Un fallo en estos aspectos, como tanto se ha dicho, significará la liquidación total del equipo y el riesgo de terminar en la cárcel para quienes lo permitan, por negligencia, por omisión o por excesos.
El hincha raso sabe recomponer sus ilusiones cuando los maltratados llegan desde la cancha, desencantan los jugadores y los resultados son desfavorables; pero le cuesta asimilar la desgracia que deambula entre  bastidores, sobre  la liquidación  del Once Caldas. A ningún aficionado que se respete le gusta airear estos temas, y menos ahora, cuando en lo deportivo parece encontrarse el cauce con un proyecto que, por lo realizado, promete.
Hoy se mira menos a los palcos, con gestos de censura y lanzallamas verbales, en contra de los dirigentes. El ojo está en la  grama y en la pelota, donde la voluntad solventa la ausencia técnica y el corazón, el pulmón y el riñón en la competencia, reemplazan los lujos, los artistas y hasta sus vanidades. Es la mejor manera de recuperar la confianza perdida.
Nota al margen: Estoy de luto por la muerte del maestro Jairo Varela, de Niche. Mi alma salsera está afligida.