Andrés Hurtado


El Golden Circle (círculo de oro) que es la zona que los turistas visitan cuando tienen poco tiempo en Islandia, consta de tres zonas, dos terrestres y una insular. La primera comprende la región sagrada en la historia del país y de la que hemos hablado ya un poco. La segunda ya la recorrimos y es el entorno del glaciar de Vatnajökull , el tercero más grande del mundo, después de las masas de la Antártida y de Groenlandia. En nuestro viaje por la Ring Road hacia el oriente describimos ya esta zona. La tercera región es insular, y pertenece al archipiélago de Vestmannaeyjar. También hablamos de ella, muy de paso, diciendo que a finales del siglo XX surgió una isla en el archipiélago, la de Surtsey y en la ciudad de la isla grande se levantó repentinamente un volcán cuya erupción hizo grandes estragos en viviendas y edificaciones.
Este último día en Islandia lo quise dedicar a visitar despacio la primera región, la sagrada. Ya dijimos que aquí se reunía el primer parlamento del mundo, el Althing y por eso recibió el nombre de Thingvellir o Llanuras del Parlamento. Hay un río que forma una poceta donde lanzaban a las prostitutas y delante se abre una gran plataforma de madera con un alto mástil en el que siempre está enarbolada la bandera de Islandia. Aquí se puede admirar la falla que divide los dos continentes, el americano y el euroasiático. Esa falla se denomina Almannagjá y los científicos miden la separación por medio de unas balizas perfectamente visibles. Dentro de un tiempo, que serán miles de años, Islandia quedará dividida en dos pedazos.
En esta región hay otros dos espectáculos de la naturaleza. Uno es la cascada de Gullfoss, formada por las aguas del río Hvita. Su nombre significa cascada dorada. La caída tiene 32 metros de altura y su caudal es impresionante. Por su cercanía a la capital, una cincuentena de kilómetros, es la más visitada de Islandia. Al lado de la cascada una placa rinde homenaje a una maravillosa mujer, de nombre Sigridur Tómasdottir. A principios del siglo pasado ella era la dueña del lugar donde se encuentra la cascada. Entabló una furibunda lucha contra el gobierno porque este quería convertir la cascada en hidroeléctrica. Llevó sus demandas hasta el Althing y amenazó con lanzarse a la cascada si se llevaba a cabo la obra de ingeniería. Luego de otras escaramuzas un allegado a la familia de la dama adquirió la propiedad del terreno y lo ofreció al estado con la condición de que la cascada y su entorno fueran declarados Parque Natural y así se hizo.
La otra maravilla natural es un geyser llamado Geyser. Me explico. Este chorro se llama Geyser en islandés y de allí han tomado su nombre todos los géyseres del mundo. Cada 5 minutos vomita su chorro que llega hasta 20 metros de altura. Al lado hay otro, mejor dicho había. Los patanes, los turistas vulgares y dañinos, que los hay por doquiera, le echaban jabón y productos químicos para que apurara el lanzamiento de los chorros, acortando los tiempos y lo que lograron fue que el geyser se secara. Nos cuentan que lanzaba su potente chorro a mucho más de 20 metros de altura y el caudal era mucho mayor.
Así terminó mi visita a este país de hielos, glaciares, cascadas, fiordos, montañas nevadas, volcanes, casitas de colores perdidas en la inmensidad. Un país para guardarlo en ese rincón del alma donde se agigantan los más bellos recuerdos.
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