Jorge Enrique Pava


Al momento de escribir estas líneas, la Gobernación de Caldas seguía acéfala y el departamento en un estado de incertidumbre que se suma a los múltiples problemas que nos vienen aquejando en los últimos años.
¡No es justo! La tormentosa demora que se ha presentado en todo el proceso vivido por el gobernador Guido Echeverri, acrecienta la desconfianza del pueblo en sus órganos de justicia que dilataron a lo máximo sus decisiones, y genera más dudas y rechazos por todo lo que se puede estar ocultando y por todos los intereses que se han movido ante el Gobierno Nacional para que hoy nos encontremos en un estado nebuloso, sin gobernabilidad y sin quién asuma posiciones y tome decisiones legalmente amparadas.
Porque no se necesita ser un connotado jurista para concluir que lo que se puede desprender de este limbo jurídico en que se está moviendo la Gobernación, desencadenará en más problemas y tendremos que soportar por mucho más tiempo la parálisis por la que atravesamos.
El solo hecho de que desde enero de este año se estuviera esperando una decisión del Consejo de Estado sobre el recurso presentado por el Gobernador generó, en la práctica, la rebelión de muchos funcionarios de la Gobernación que decidieron hacer caso omiso de las órdenes, mandatos y directrices trazadas desde el ejecutivo mayor, y montaron un fortín económico particular y una especie de plan tortuga en las decisiones y trámites que no eran de su propia conveniencia. Es decir, empezó a imperar la anarquía y a cundir el rumor de la abundancia de contrataciones apresuradas en diferentes dependencias, orientadas a beneficiar a personas determinadas.
Y todo se multiplicó peligrosamente a partir del 6 de mayo, fecha en la cual el Consejo de Estado ratificó que el gobernador Echeverri estaba inhabilitado para aspirar a las elecciones de octubre de 2011, por lo cual anuló el proceso y, por ende, la elección en sí misma. No obstante la claridad del fallo, el 28 de mayo el propio gobernador presentó su renuncia ante el presidente Juan Manuel Santos, la cual no mereció (al menos públicamente) ningún pronunciamiento del presidente, pues se entendía que la inhabilidad ratificada por el Consejo de Estado era suficientemente precisa.
Pero, aún así, y con el conocimiento total de que lo actuado en medio de la interinidad puede producir efectos adversos, en la Gobernación se siguen tomando decisiones; se sigue contratando; se sigue manteniendo un statu quo del que muchos funcionarios van saliendo beneficiados; se sigue actuando como si nada hubiera pasado, solo que con una celeridad asombrosa en casos específicos, o con una parsimonia sospechosa en algunos otros.
Y mientras tanto, ¿qué dice el Gobierno Nacional? ¡Nada! Se toma su tiempo; les da contentillo a los grupos políticos que se pelean el derecho a la postulación para el encargo; les promete actuar a su favor a unos y a otros; y en medio de este tira y afloje van entrando nuevos intereses e intrigas a la escena y todo se complica más y más, pues cada partido se va sintiendo con el derecho de presionar, de exigir, de cobrar por ventanilla su apoyo al Gobierno Nacional, o de aprovechar la indolencia para pescar en este río revuelto.
¿Y Caldas? ¿Dónde quedan los verdaderos intereses del departamento? ¿Dónde quedan los proyectos, los planes, los propósitos de gobierno y su crecimiento? ¿Dónde queda nuestro desarrollo? Esto no parece importarle al presidente Santos, ya que con su indiferencia entró a jugar con el honor de un departamento, poniéndose al lado de las posiciones politiqueras para favorecer el futuro inmediato de algunos grupos en contienda, sin tener en cuenta el mal que se le está causando a Caldas. En este juego, el propio presidente ha asumido una posición de indolencia tal que merecería el rechazo masivo de este pueblo dolido e impotente, si no fuera porque el silencio se ha apoderado de nosotros y la resignación nos está dominando.
En la práctica llevamos ya seis meses de interinidad en la Gobernación de Caldas. Y si nada se define en las próximas horas, muy seguramente duraremos varios días más en estas condiciones. ¿Qué hicimos para merecer esta suerte? Llevamos ya varios años destruyéndonos entre nosotros; acabándonos sin consideración; cazando peleas intestinas; y sobreviviendo a la maledicencia, al escarnio nacional y a la persecución mediática. Y todo esto trascendió hasta las más altas esferas donde parecen concebir que no somos dignos de respeto ni de ser tenidos en cuenta como departamento ni como región. ¡Tal vez sí nos lo merecemos! ¡Qué peligro esta interinidad!
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Este trino del expresidente Uribe les tiene que decir mucho a aquellos políticos que le están apostando al presupuesto de Santos y a los votos de Uribe: "Mi invitación a aquellos ciudadanos del Partido de la U que mantienen identificación con nuestras políticas". ¿Podrán seguir manejando la versión de que Álvaro Uribe Vélez volverá al Partido de la U? ¡Se están quedando sin argumentos! ¡Se les está acabando este juego a doble carta!
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