Alvaro Segura


Nunca antes las condiciones para oficializar o concretar una verdadera integración regional entre los cinco municipios que conforman la llamada Zona Centro-Sur de Caldas estaban tan especialmente dadas como hoy.
El momento es muy diferente a los de hace cinco, 10 y 15 y hasta 20 años cuando de manera insistente y quizás algo ligera Manizales, siempre liderando la iniciativa, les decía a sus vecinos de Villamaría, Chinchiná, Palestina y Neira, conformemos un área específica a partir de los factores que nos caracterizan y nos son comunes para tratar de generar un mejor desarrollo integral en lo económico, en lo físico-territorial, en lo ambiental, en lo agropecuario y en lo social.
Pero pasaron los años y casi la mitad de una generación se perdió sin lograr nada, salvo buenas intenciones de palabra, todo por la falta de visión de algunos alcaldes de turno, pero sobre todo porque los intereses políticos y la politiquería de unos grupos y coaliciones que no le han dejado nada bueno a Caldas se atravesaron en el camino de la integración y del espíritu de trabajar unidos.
Todavía recuerdo la iniciativa de LA PATRIA de traer invitado hace poco más de 15 años al entonces Gerente del Área Metropolitana de Bucaramanga a un foro que sobre las bondades y oportunidades de ese el tema se programó en Villamaría, esto como una forma de motivar el interés y entusiasmo de las dirigencias públicas, privadas, políticas y gremiales en torno a esa sentida necesidad. Sin embargo la respuesta no pudo haber sido más pobre pues tan solo una veintena de personas asistió al escenario del Colegio Gerardo Arias.
Pero hoy es otro momento. Los tiempos han cambiado, incluso el dominio político; hay nuevas disposiciones nacionales que apuntan a incentivar la integración bajo diferentes modalidades o alternativas, y eso hace más fácil el camino si de lo que se trata es de buscar una figura que les dé protagonismo y posibilidades de beneficio a todos sin importar su categoría, sus recursos o el número de sus habitantes.
Hablar de Área Metropolitana (AM) en esta zona ha representado siempre rechazo en los municipios distintos a Manizales. Sin importarles resultados y alcances a partir de esa figura en los casos de Pereira o de Medellín, que son los ejemplos más cercanos, la referencia inmediata que siempre han puesto de presente aquí es que eso solo sirve para que el pez más grande se trague a los más chicos, esto para referir que Manizales se "llevaría por los cachos" a sus vecinos, haciéndoles perder autonomía en cuanto a sus manejos presupuestales, dominios políticos y decisiones administrativas.
Todo lo anterior es falso y aunque de manera eventual una decisión de mayorías frente a la aprobación de un proyecto cualquiera puede ir en contravía de una postura particular, aquí dirigentes políticos de la extinta coalición yepobarquista se empeñaron en no dejar que entre Manizales y Villamaría, por ejemplo, hubiera entendimientos de ese tipo todo porque quienes regían los destinos de la capital eran de otra corriente política o de una alianza diferente a la que ellos tenían.
Por años el barquismo solo, no en coalición, que hizo de Villamaría su caja menor y fue (incluso lo es) gran responsable del atraso de dicho municipio por cuenta de los alcaldes que allí tuvo, se opuso tajantemente a integrarse con Manizales. Sólo funcionó, y era lógico, lo relacionado con el transporte público. ¿Por qué no aceptó formalizar el AM estando pegado de la capital? Una decisión de esa naturaleza significa juntar presupuestos y alcanzar recursos de forma unida, y por lo tanto la vigilancia y el control es mayor. Hacerlo implicaba, además de la Contraloría Departamental, rendir cuentas ante otros organismos, entonces podría quedar en evidencia el festín que allí se hacía con los recursos públicos.
Pero los tiempos cambian, y más en la política, y hoy con la necesidad imperiosa de desarrollo, cuando los presupuestos resultan exiguos frente a las necesidades que se tienen y que además vemos cómo desfilan posibilidades de desarrollo a partir de la integración, hay una voluntad constructiva entre las administraciones referidas para hacer de esta una zona común de beneficios y progresos.
En tan 120 días de mandato, es decir, cuatro meses cerrados, los alcaldes de Manizales, Villamaría, Chinchiná, Palestina y Neira, han logrado lo que otros en dos décadas no hicieron o no pudieron alcanzar. Van caminando de la mano hacia una integración real, sin desconocer las diferencias y desacuerdos que hay y que puedan surgir.
Los cinco municipios, y eso hay que reconocerlo abiertamente, con el liderazgo que debe imprimir Manizales, comienzan a abonar el terreno para, en el momento oportuno, adoptar la figura necesaria que los una. Hoy se habla que más que AM la alternativa puede estar en crear una asociación, un distrito o la que parece ser la más atractiva una provincia.
Me llama profundamente la actitud positiva y de cambio con la que iniciaron sus mandatos los alcaldes de Villamaría, Jairo Antonio valencia, y de Chinchiná, Jair Tabares, además del de Manizales y Palestina. 120 días es muy poco tiempo para hacer calificaciones, pero sí permiten vislumbrar si hay esperanzas o no en sus administraciones, aunque falten tantos detalles por atender. En ese sentido por impresiones recogidas y por las mías propias, si mantienen el impulso, la dinámica y la visión que traen, los buenos resultados no se harán esperar. Ojalá más adelante tengamos que celebrar en vez de cuestionar. Por lo pronto, integrémonos para ver las ventajas que este tiene. Comencemos a hacer historia, señores alcaldes.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015