‘Viven en cambuches y se mueven como zombis’ y ‘El emprendimiento suma resultados en Manizales’ son dos titulares de este diario, el domingo pasado, que me generaron bastante inquietud. En primer lugar por el contraste entre una noticia que habla del deterioro progresivo de una comunidad que debía haberse convertido, en estos cuatro años, en ejemplo de renovación urbana y en cambio se ha convertido en un problema social muy complejo cuya solución requeriría el uso de dos lenguajes que ya he mencionado en columnas anteriores. El lenguaje del poder, esto es el de lo técnico en relación con la planeación del territorio, temas de infraestructura y desarrollo urbano que por supuesto son fundamentales pero no suficientes para abordar la situación; y, el lenguaje del amor, esto es el de las familias y personas que habitan este territorio y que, como dice el columnista de este diario ‘habitantes de la comuna San José podrían llamarse valientes por vivir en medio de una cotidianeidad como esta’.

El segundo titular se refiere a los logros muy importantes que se han tenido a través del programa Manizales Más, que promueve el emprendimiento de alto impacto en la ciudad. Un programa que integra esfuerzos públicos y privados con el conocimiento de un experto internacional como es el Babson College. Una iniciativa que ha logrado generar 58 nuevos empleos directos a través del acompañamiento a 12 empresas de alto potencial que han logrado un crecimiento del 31%, entre otros temas de gran relevancia.

Tal vez usted se pregunte ¿Qué tienen que ver estos dos titulares? ¿Por qué ponerlos juntos en esta columna? Realmente mi inquietud tiene que ver exactamente con la desconexión que encuentro entre dos temas que considero deberían empezar a mirarse dentro de un mismo universo: la innovación y la problemática social.

Es excelente que se esté haciendo una apuesta tan importante por el emprendimiento con toda la profundidad y el apoyo tanto de los actores locales como de los expertos internacionales, no tengo nada que decir sobre la iniciativa en particular, aparte de reconocer sus avances y logros. Mi llamado de atención se enfoca en que, si estamos interesados en trabajar alrededor de la innovación y el emprendimiento, teniendo problemáticas tan complejas como la del Macro Proyecto San José, deberíamos empezar a poner sobre la mesa el tema de la innovación social.

La Comisión Europea, que apuesta por la innovación social como palanca para una Europa más sostenible e inclusiva, define la innovación social como ‘encontrar nuevas formas de satisfacer las necesidades sociales, que no están adecuadamente cubiertas por el mercado o el sector público o producir los cambios de comportamiento necesarios para resolver los grandes retos de la sociedad, capacitando a los ciudadanos y generando nuevas relaciones sociales y nuevos modelos de colaboración’. Los procesos involucrados en la innovación social deben generar aprendizajes, compromisos y transformaciones que tengan un impacto muy significativo en el nivel local, cuentan con la participación de los agentes locales y sobre todo necesitan el empoderamiento y compromiso de los ciudadanos.

Algunos de los pilares fundamentales de la innovación social son: i) tener en cuenta los retos económicos, éticos, medioambientales y por supuesto sociales, que enfrenta la comunidad; ii) colaboración y articulación de acciones entre gobierno, sector privado y sociedad civil; iii) sostenibilidad económica y viabilidad en el largo plazo; iv) innovación abierta donde está permitido copiar, utilizar y adaptar una idea que ya ha sido probada en otros sectores o regiones; v) capacidad de multiplicarse y adaptarse a la solución de problemáticas similares en otros ámbitos y/o sociedades.

¿Cuáles son estos retos que hoy enfrenta nuestra Región donde las soluciones del sector privado y público han demostrado ser insuficientes? ¿Cómo podría empezar a involucrarse la comunidad en la construcción de sus propias soluciones? ¿Cómo poner al servicio de los problemas sociales el impulso y los esfuerzos que está haciendo la región en materia de ciencia, tecnología e innovación? La competitividad no es solo un tema de mercados y sostenibilidad económica, se trata de generar oportunidades y calidad de vida para todos y para lograrlo tal vez tendríamos que poner sobre la mesa temas que sean menos atractivos pero que, como la pobreza, la inequidad, la desnutrición y la inseguridad hacen parte de una realidad de la cual necesitamos hacernos cargo.

En la ciudad hay iniciativas muy interesantes alrededor de la innovación social; además, este es el tema del 5° encuentro nacional de ONG que se realizará esta semana en Manizales ‘Innovación social para el desarrollo’; sería interesante que a partir de lo que suceda en este encuentro empezáramos a poner la innovación social en la agenda de la ciudad contando con los diferentes actores, no solo el gobierno y las instituciones, sino la sociedad civil. Esto implica una transformación cultural que apunte a fortalecer valores como: la creatividad, el compromiso sensato con el riesgo, la curiosidad, el espíritu explorador de nuevas y mejores alternativas, la valoración social del fracaso y la colaboración.

Esta es una invitación para que todos los actores de la sociedad, gobierno, empresas y ciudadanos empecemos a preguntarnos cuál es nuestro papel en la transformación de la sociedad, si todavía pensamos que la responsabilidad social es un tema de asistencialismo para dar a otros de manera generosa y caritativa lo que creemos que necesitan o es tiempo, como dice el proverbio chino de ‘enseñar a pescar’ y hacernos responsables de nuestras propias soluciones aprovechando nuestras capacidades y recursos en un ejercicio donde la colaboración nos permita abrir nuevas posibilidades.