Alejandro Samper


El video del patrullero salvándole la vida a un hombre que pretendía saltar al frente del metro de Medellín le dio la vuelta al mundo. El suicida está a punto de saltar a las líneas, cuando el joven uniformado -que sospechaba que algo raro pasaba con el tipo- lo agarra del brazo y lo hala hacia atrás para sorpresa de los que estaban en la plataforma de la Estación Hospital.
El patrullero auxiliar se llama Luis Alfonso Ramírez. Tiene 19 años y esta semana lo condecoraron en la Policía y el Ejército. En un noticiero ya querían que siguiera la carrera policial y que fuera el próximo general (r) Óscar Naranjo. Es el héroe del momento y a final de año seguramente estará entre los personajes del 2013.
Pero la noticia, como todas las de este país, se refundió gracias a otras historias. Al heroísmo, por ejemplo, lo mató la desidia de nuestros senadores con el tema del matrimonio igualitario. El martes prefirieron irse a la fiesta del próximo presidente del Senado, Juan Fernando Cristo, que dar la cara y discutir si la comunidad LGBTI "merece" el derecho a casarse. Al día siguiente, por una mayoría aplastante 17 a favor y 59 en contra, hundieron el proyecto de ley demostrando una vez más que a nuestros representantes no les interesan las minorías (salvo para hacer campaña), que son homófobos, atrasados, e intolerantes.
El patrullero Ramírez pasó a un segundo plano para darle espacio a Roy Barreras, presidente del Senado, que vendió su voto por ganarse el favor de los cristianos vallecaucanos. Pero sale, de manera descarada, a decir que los gay deben tener el derecho al matrimonio. Sale Roberto Gerlein con su matoneo verbal. Y otro lagarto por ahí a decir que está a favor de los homosexuales, pero que por bancada le tocó votar en contra. Muy honorables todos.
Sus votaciones y actitud son un ejemplo de la desigualdad de este país.
No sobra recordar que estos políticos son los mismos que no han avanzado en leyes importantes como la reforma al sistema de salud (¿será porque son accionistas de las EPS?), la modificación del sistema pensional (¿será porque a ellos no les conviene?), o a los cambios del sistema carcelario (¿será que a sus compañeros que están encanados los cambian de pabellón y los privan de lujos?). Pero sí tienen tiempo para votar por mejorar sus salarios, primas, viáticos, oficinas, vehículos y equipos.
Muchos de ellos estuvieron en el 2004 cuando los jefes del narcoparamilitarismo fueron a vender sus ideas y los aplaudieron a recinto lleno. Si no estaban allí en ese entonces, sí lo estaban sus bancadas. Se conmovieron cuando Salvatore Mancuso dijo: "Soy creyente en Dios, en el Dios de la esperanza, del amor y del perdón", a pesar de que seis años antes (1998) este tipo lideró la masacre de Caño Jabón (Meta), en la que asesinaron a 27 personas; hecho por el que lo condenaron a 24 años de prisión.
Senador Gerlein, ¿comparte usted el mismo Dios de este asesino? ¿Ese Dios perdona las matanzas pero no a dos hombres que se matan a besos? Para este personaje es "excretable" que una pareja del mismo sexo quiera adoptar a un niño para hacer una familia, pero no lo es que los paracos de Mancuso asesinen a una niña indígena de 6 años en el río Guaviare, pues hacía parte del "pulmón financiero a la guerrilla y por eso tenían la orden de acabarlo".
¿Esos son sus héroes?
Aplaudo la labor del patrullero Ramírez. Pero de haber estado en sus botas, y conociendo la clase de sistema que tenemos, le hubiera agarrado la mano al suicida pero para que me llevara con él.
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