Jorge Enrique Pava


Todo estaba previsto. No era sino que empezara el agite electoral en Caldas para que se convulsionara el ambiente de tal forma que el peligro institucional de nuestro departamento llegara al punto que lo estamos padeciendo.
Pero lo que hoy ocurre no tiene antecedentes. Cuando pensamos que habíamos tocado fondo, nos encontramos con unos grupos políticos polarizados y dispuestos a jugar las cartas más mezquinas para que, en actos de retaliación y venganza por no lograr acceder al poder, se apresten a destruir la poca estabilidad jurídica que nos queda y traten de bloquear la administración que legítimamente asumió el encargo de la Gobernación durante estos próximos cincuenta días, y de paso se vuelva a degradar nuestro nombre en la prensa nacional.
¡Qué tristeza! Con la disculpa de unas supuestas presiones para provocar renuncias en los cargos importantes del departamento, los diputados de la U y de Salvación Nacional emprendieron una campaña de desprestigio en contra del nuevo gobernador, Juan Martín Hoyos (de quien no tienen nada qué decir), y ofrecieron un espectáculo deprimente en la sesión del miércoles pasado. Estos son los actos que generan desazón por la existencia de corporaciones como la Asamblea de Caldas donde algunos de sus miembros, en lugar de sentarse a pensar en qué forma pueden contribuir a la paz política y al desarrollo regional, se dedican a utilizar verdades a medias para obtener réditos personales y acabar con sus oponentes políticos.
Flaco favor le hacen a Caldas estos diputados. Nuestro departamento necesita de líderes de verdad y de personas que se preocupen por sacar adelante los grandes proyectos; no de personas que, atendiendo a los apetitos, a los odios y a las ambiciones de sus jefes políticos, detengan más en el tiempo nuestra escasa dinámica de desarrollo. Porque, hoy como nunca, no nos podemos dar el lujo de desperdiciar el tiempo en peleas intestinas y en destruir más la imagen de Caldas en el entorno nacional y mundial.
Pero, repito, todo estaba previsto. El hecho de que un hombre bueno como el gerente de la Industria Licorera de Caldas, Miguel Trujillo, se hubiera prestado para efectuar y publicar grabaciones clandestinas a su jefe natural y a los líderes sindicales, no solo desdice de su proceder, sino que trasciende hasta las manipulaciones que se pueden estar dando en materia política para obstaculizar la gobernabilidad del nuevo ejecutivo. Lo que tal vez Miguel Trujillo no tuvo en cuenta es que quienes hoy lo respaldan y seguramente lo incitan a que proceda de forma tan irregular, terminarán por dejarlo solo ante sus dificultades jurídicas y ante las consecuencias institucionales. En esos que lo aúpan para que proceda de manera tan soterrada y aleve, no se puede confiar. Porque quienes son capaces de acudir a estos procedimientos para ganar espacios políticos, carecen de lealtad, de escrúpulos, de solidaridad y de rectitud, y nada bueno se puede esperar de ellos.
Pero las cosas continúan. Y no es lógico ni racional que se traten de impedir cambios en las secretarías que el nuevo gobernador encuentra acéfalas por las renuncias voluntarias de quienes las ocupaban, y se pretenda endilgarle la responsabilidad de dichos cambios cuando los actos administrativos de aceptación de las renuncias se encuentran suscritos por el saliente gobernador. ¡Aquí hay algo turbio, premeditado y alevoso! Y la gente lo tiene que saber.
Y, aunque es triste decirlo, todo parece indicar que se nos vienen días tormentosos, agitados y peligrosos. Desde ya se sienten vientos de delaciones y denuncias que pueden provocar nuevos escenarios jurídicos para personas e instituciones en Caldas. ¡Ojalá esto sirva entonces para poner los pies sobre la tierra y saber realmente a qué nos atenemos!
De todas maneras, nuestros votos siguen siendo por unas elecciones en paz, con altura y con dignidad. Donde prevalezcan las ideas y las intenciones benéficas para el departamento, sobre los sentimientos mezquinos, politiqueros y personalistas de algunos de los contendores y de quienes los respaldan. Porque si continuamos en esta batalla campal donde la degradación, la ofensa, el insulto y los ataques personales predominan, estaremos provocando la continuación de esta fuga de líderes y de personas con voluntad para participar en los espacios democráticos. Y estaremos condenando al departamento a permanecer en esta guerra politiquera.
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Y volviendo al tema de la Asamblea Departamental, hay que repudiar el desplante que se le hizo al gobernador Juan Martín Hoyos con el hecho de no constituir el quórum para posesionarlo en su cargo. Estas descortesías, además de grotescas y degradantes, provocan el rechazo de la sociedad y la pérdida del poco respeto que le queda a una institución tantas veces considerada como inútil.
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