Alejandro Samper


Tenía entendido que la gente VIP era la "very important people", la gente muy importante. La que por su posición social, oficio o ingresos puede acceder a zonas exclusivas con trato privilegiado. Al menos era así hasta que colombianizamos el término.
En el concierto de Paul McCartney, por ejemplo, las personas que compraron entradas para la zona VIP pagaron más de 800 mil pesos para estar cerca del escenario y tener una bolsita con mecato. Lo que muchos de ellos seguramente desconocían era que no eran los "muy importantes". Los verdaderos VIP pagaron en dólares (algo así como mil 500 de los verdes), asistieron a la prueba de sonido, les dieron recuerdos del concierto, tenían transporte, entrada especial y chaperón, bebidas y comidas... Si hubiese llovido, estos no se hubieran mojado. Los VIP sí.
Ahora el terminó VIP tomó otro giro. Ayer, el Ministro del Interior y designado de Vivienda, Germán Vargas Lleras, habló desde Cartagena sobre la construcción de las 100 mil viviendas para la gente más pobre del país que promete el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, programa que llamaron Vivienda de Interés Prioritaria (VIP). O sea, los VIP de Colombia ya no son los que tienen acceso a entradas costosas a los conciertos, o a los que les dan una mesita reservada en una discoteca y una botella de ron cortesía de la casa. Nuestros VIP son los pobres más pobres de la nación.
Eso de VIP no es más que un eufemismo. Aquí a los verdaderos VIP no los vemos hasta que se hacen notar con algunas extravagancias o, en el caso del empresario Carlos Mattos, lobería. Al resto, a los que se consideran VIP o a los que llaman de esta manera (como el ministro Vargas Lleras), los engañan haciéndoles creer que de verdad son importantes. ¿Eran VIP los del recital del ex Beatle? Ya vimos que no. ¿Son VIP los pobres que -supuestamente- llevarán a Santos a una reelección, y a Vargas Lleras a una futura presidencia? No lo creo.
Estos VIP pobres, serán los consentidos de la propuesta populista de Santos hasta que dejen de servirle en las encuestas o las urnas. Como lo anoté la semana pasada en este espacio: construir 100 mil casas en un año es un imposible. Es carreta. Y el programa, así Vargas Lleras asegure que el próximo mes serán expedidos los decretos que aseguran la destinación de más de un billón de pesos para este proyecto, no es viable. Lo afirmo basándome en la capacidad que tiene el Estado para responder a estos retos, que es casi nula.
Hace dos años nos golpeó un invierno que causó inundaciones en gran parte del país; dañó jarillones, acabó con hectáreas de cultivos e incomunicó regiones. Miles de damnificados. Hoy, la situación sigue igual: los jarillones siguen dañados, los cultivos vuelven a perderse y a las víctimas no les llegó la ayuda. En Cartagena, el año pasado, reportaron que las toneladas de alimentos que recogieron para estas personas se había podrido y la plata recogida -hasta en teletones- se perdió y la poca que llegó a los municipios afectados solo alcanzó para comprar palas, picas y uno que otro camión y no para intervenir los problemas.
En diciembre 2010, el Gobierno ordenó la evacuación total del pueblo de Gramalote (N. de Santander) -afectado por una falla geológica que acabó con todo- y prometieron reubicarlos. En octubre del año pasado, Beatriz Uribe, entonces ministra de Medio Ambiente y Vivienda, avaló unos estudios para un nuevo pueblo en un municipio cercano, y en eso se quedó, en estudios, mientras que los habitantes de Gramalote siguen en albergues, sin acceso a agua potable y, como reportó El Espectador esta semana, viviendo de lo que pueden recuperar de sus antiguas casas. Un trato muy VIP.
Los que sí se están frotando las manos con estas promesas son los contratistas y amigos de senadores y políticos regionales que buscan una tajada de ese billón de pesos. Muchos de ellos verdaderos VIP denunciados con cierta frecuencia en los noticieros del mediodía por construcciones fraudulentas: denuncias de personas que adquirieron viviendas de interés social a las que les entregaron sus casas sin acueducto o alcantarillado, o sin energía eléctrica, o en un lote pirata. Si así es pagando, ¿cómo será con estas casas gratuitas? Ya lo anunció Vargas Lleras: "aunque son modestas (las casas), para el colombiano que nunca ha tenido una vivienda propia es la oportunidad para hacerse a un techo". Prepárense VIP, les darán cuatro palos y una teja de zinc. Pero será de ustedes.
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