Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá

Mala suerte para el Sachi Escobar, que estando en el ojo del huracán salió con semejante oso en la primera jornada de liga, alimentando el morbo de quienes no compartimos el criterio con el que armó al Once Caldas, ni su permanencia al frente del club.
Anoche el rival era Junior, e independiente del resultado, lo hecho contra Cali es de lo más discreto de su pobre campaña durante los últimos 3 meses, poniendo a sonar las alarmas ante la sombra del descenso por el promedio que tendrá el equipo para el próximo año.
Y es que en mayo, junio y julio, de 12 partidos jugados, el Once sólo ganó 2 - a Patriotas en Palogrande y al Cali en el Pascual- empató 3, y perdió 7, haciendo papelón en los cuadrangulares, para 9 puntos de 36 que equivalen a un rendimiento del 25%.
Las cifras son claras, y si a las falencias derivadas de un plantel nuevo e inexperto se suman la falta de imaginación desde el banco y el mismo modelo futbolístico del semestre pasado, no se puede esperar algo mejor con una nómina inferior.
Una escuadra sin apertura de cancha porque no tiene hombres para realizar esa labor, con transiciones lentas, jugadores sin ritmo, un patrón táctico poco definido, y un técnico confundido, es muy difícil que obtenga resultados.
En una visión rápida, Hanyer puede dar una mano por fuerte y experimentado; Robles es vistoso y técnico con salida desde su sector; Cabezas, poco recursivo y lento, Guevara, talentoso y frío; Palacios lleva tiempo siendo una esperanza, y Hárold Gómez tampoco parece solución en una posición que estaba muy bien cubierta.
Para completar, vinculan extranjeros que desconocen el medio atendiendo el capricho del entrenador, y siguiendo la ilógica de acabar con lo que había, bajo el supuesto de que son económicos, pues de otra manera carece de sentido cambiar solo por cambiar.
¿O acaso Molina iba a ganar menos que Rodríguez o Núñez? ¿O Merino, a quien buscaron? ¿O los que ya confirmaron? Es más, con ese afán que tienen por mostrar otra cara, pueden terminar pagando más de lo presupuestado. Para esa gracia, hubieran dejado a Cabrera.
Eso de abaratar costos, que fue un hecho, resultó también un paseo alrededor de la verdad dándole carta blanca a Escobar para que desmantelara el equipo y saliera de los futbolistas con quienes no tuvo empatía, y que cuestionaron su talla como responsable del grupo.
Política con la que aplicaría ese principio que tienen en Europa, según el cual, el negocio es pararse a la entrada del Bernabéu para contratar lo que desecha Real Madrid, pues 4 de los que no le sirvieron al Sachi encontraron acomodo de inmediato, 3 de ellos en clubes que pagan mejor que el Once Caldas.  Por algo será…
Esto revela ciertas facetas de Escobar no detectadas como manipulador de finas maneras, e incapaz de ir de frente, y que aprovechó la complacencia de unos patrones entregados a su causa, que le permitieron desterrar a su antojo aquello que le generaba choque.
Queda claro, entonces, que al técnico del Once Caldas le cuesta trabajar con futbolistas formados, lo que pone en entredicho su liderazgo, sus criterios de orientación, y su capacidad de confrontación, porque al parecer no acepta que otros tengan la razón.
'Como desde el desayuno se sabe cómo será el almuerzo' -decían las abuelas- el comienzo es señal de lo que le espera al Once Caldas este semestre, a menos que los directivos se quiten la venda que tapa sus ojos y enmienden, y todos sabemos lo que tienen que hacer.
De lo contrario, la sensación es que si Kenworth de la Montaña salvó al Once de la quiebra, ¿ahora quién salvará a la Kenworth de su propio entrenador?
Difícil tarea para una Junta que tiene a Escobar haciendo alarde de una equivocada polivalencia, directivo, manager y costoso orientador.
P.D. La última vez lo vi en Riosucio, en carnavales, tenía afectos también por los eventos culturales. Como hincha del Once Caldas, ni se diga, lo conocí desde que yo era niño, siempre contestatario, a veces mirado con desidia, pero valiente con sus actitudes y sus principios. Don Uriel Ángel merece como mínimo, un minuto de silencio.
Hasta la próxima…
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