Luis F. Molina


Finalmente terminó una polémica y estratégica campaña presidencial para el 57 término presidencial en Estados Unidos. El presidente actual, Barack Obama, ganó la reelección prácticamente con los ahorros que le quedaban en los Estados con tendencia histórica y estadísticamente demócrata.
El republicano Mitt Romney retó a Obama, quien estuvo muy cerca de convertirse en un presidente de un solo término por una pobre gestión interna en la Casa Blanca. Después de todos los millones de campaña, las llamadas, los debates, todo quedó igual al comienzo. El balance de poder se mantiene sin novedades mayores.
Lo anterior se reduce a que el papel administrativo de Obama fue insuficiente en el cuatrienio que está por terminar y que un republicano con bajos índices de popularidad estuvo muy cerca de tomar su escritorio en la oficina Oval. Fue una pelea voto a voto en los Estados, por tradición, improbables de definir. No obstante, la magnitud visual del Colegio Electoral le da una victoria holgada al demócrata.
Es bien sabido por todos que el tema central de esta campaña fue la economía, exactamente el argumento que tiene en la palestra pública a Obama, aunque por estos días sonría porque tendrá otro término para endeudar todavía más a su país. No hay otra realidad.
Sin embargo, las cosas no van a estar para nada fácil. A Obama le espera nuevamente un Congreso dividido y un país polarizado. El Senado lo mantiene difícilmente el Partido Demócrata, mientras que en la Cámara de Representantes, los Republicanos ganan con una amplia mayoría. El líder de mayorías seguirá siendo John Boehner, el mismo que puso la paciencia de Obama al límite muchas veces al no ceder en sus pretensiones económicas.
El próximo 20 de enero, a las 12:05 pm EST, Obama recitará el Juramento de Oficio y tendrá otros cuatro años como Comandante en Jefe de las Fuerzas Militares de EE.UU.
En su primer tiempo como presidente, Obama tuvo dos cómodos años cuando Nancy Pelosi era la líder del Congreso. Después de las elecciones de medio término, su presidencia se convirtió lentamente en un calvario político. Los números de recuperación económica comenzaron a ser cuestionados por el partido contrario y estuvo cerca de apagar el Gobierno Federal. Además, los problemas fiscales de EE.UU. se triplicaron en su administración. De tal forma que es imposible mantener en un largo plazo un país que en este momento gasta más de lo que obtiene.
Es por ello que en su discurso de aceptación, Obama dijo que hablaría con su excontendiente Mitt Romney para buscar fórmulas que permitan mejorar sensiblemente la economía de Estados Unidos. Además, fue una clara muestra de querer un trabajo bipartidista.
El segundo tiempo, por lo pronto, seguirá plenamente igual. Obama tiene una misión política importantísima por cumplir, terminar con la férrea oposición partidista que hay desde 2000 en Estados Unidos y que puede desemboscar en un fiasco político de sus planes para su próximo período si sus diálogos con los republicanos no funcionan. De allí saldrán las soluciones para los problemas políticos que vive Estados Unidos desde la década de 2000.
El martes en la noche y el miércoles, el sentimiento conservador era de decepción. Todavía no creen que Obama sea la solución a sus problemas y a veces sus políticas sociales les hacen considerar una amenaza a sus libertades. Para el sentir demócrata, esta victoria abre un lugar a las minorías y a nuevos ideales políticos para ser sostenidos y escuchados por sus dirigentes.
Es claro que los republicanos perdieron el voto latino y los demócratas sacaron provecho de esa situación. Sin embargo, si Obama no es capaz de planear y balancear una reforma inmigratoria efectiva, perderá paulatinamente el voto latino. El presidente reelecto debe agradecer a los latinoamericanos por el lugar que ocupará después de enero 20 y porque gracias a ellos no se redujo la campaña a algunos condados de Florida.
Obama aseguró también en su discurso de aceptación que trabajará para liberar a su país de la dependencia del petróleo extranjero. Si es capaz de realizar este movimiento político, podrá demostrar que una nueva era de progreso le espera a su país. Un boom económico es lo que necesita Estados Unidos para salir del estancamiento en el que está desde hace algunos lustros.
Concluye, entonces, un año de campaña y seis meses que beneficiaron a la opinión pública, pues la verdad brotó de ambos lados políticos por el contraste de hechos.
La frase de la noche del martes: “el país no está tan divido como lo dice la política”; la dijo Obama. Esperemos que lo logre aclarar en la práctica.
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