Orlando Cadavid


Abrimos el recreo de este domingo electoral para los caldenses con los llamados "Diez mandamientos de un vago" concebidos por un autor tan anónimo que no los quiso firmar sencillamente porque le dio pereza. Veámoslos:
1. Se nace cansado y se vive para descansar.
2. Ama a tu cama como a ti mismo.
3. Si ves a alguien que se dedica a descansar, ayúdalo.
4. Descansa de día para que puedas dormir de noche.
5. El trabajo es sagrado: no lo toques.
6. Aquello que puedas hacer mañana, no lo hagas hoy.
7. Trabaja lo menos que puedas; lo que tengas que hacer, que lo haga otro.
8. Calma, nunca nadie murió por descansar.
9. Cuando sientas el deseo de trabajar, siéntate, y espera que te pase.
10. Si el trabajo es bueno para la salud, que trabajen los enfermos.
Tras conocer el abúlico decálogo del flojo, un amante del trabajo se despachó con esta primera tanda de reflexiones:
La pereza es un problema muy serio con consecuencias muy serias. La pereza es fallar en aprovechar las oportunidades que Dios no da… Si la oportunidad la pintan calva, hay que agarrarla de las greñas… Algunas personas no aprovechan esas oportunidades porque son flojas en el trabajo, flojas en sus relaciones interpersonales, y flojas en las cuestiones espirituales… Los flojos carecen de motivación interna, fallan en terminar lo empezado, y lo peor de todo es que siempre tienen un pretexto de por qué no pudieron lograrlo… Tienen sueños incumplidos porque fallan en asociar su flojera con el fracaso.
En una segunda retahíla se metió con tres casos puntuales: Los flojos se quedan sorprendidos cuando no obtienen ninguna recompensa por su falta de preparación. El estudiante flojo no estudia; reprueba el examen; se sorprende "¿Cómo que no pasé?" "¡Examen tonto!". El trabajador flojo no trabaja; lo despiden "¿Por qué me botaron? "¡Los voy a demandar!" El esposo flojo desatiende a su esposa; la esposa lo abandona "¡Vieja ingrata!". Y se va hasta un lejano continente en busca de este paralelo.
En el África, todas las mañanas una gacela se despierta. Y ella sabe que debe correr más rápido que el león más veloz o si no será devorada. Y todas las mañanas un león se despierta. Sabe que debe correr más rápido que la gacela más lenta o se morirá de hambre.
En resumidas cuentas para nosotros como personas; no importa dónde estemos o si somos el león o la gacela… Cuando salga el sol, más vale que corramos.
Contrastan las recomendaciones del perezoso anónimo con estas máximas y mínimas para un desvare que encontramos en un ejemplar del cadapuedario "The Antioquia Times" con el que un grupo de paisas trata de levantarse la papa diaria, en Nueva York:
¡Ay, aerosol, no me rompas el alma! (Ozono)… Un papá tiene mucho de mamá, aunque tenga carrocería de hombre… Tiene tantos hijos que a su marido le dicen fotocopiadora… Tiene una cabeza tan grande que a los lados no tiene sienes sino miles… Es una gallina tan vieja que pone los huevos arrugados… Es un caballo tan perezoso que cuando le ponen la silla, se sienta!... Tan fea que cuando juega a las escondidas, nadie la busca para evitarse un susto… Muchas parejas se casan por lo civil hasta que la suerte los separe… Un sargento es un menos-cabo.
La apostilla: El modelo del perezoso latinoamericano es "Jaimito", el cartero de la vecindad de "El Chavo del ocho", que le entrega descaradamente su pesada valija repleta de correspondencia a los moradores del conventillo para que busquen sus propias cartas porque él quiere evitar la fatiga…
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