Andrés Hurtado


Hablábamos del Hekla, "el Monje Encapuchado", el más terrorífico de los volcanes de Islandia. La altura del volcán es modesta, apenas alcanza 1.500 metros sobre el nivel del mar y nos dicen que su ascenso no ofrece ninguna dificultad. Me hubiera gustado subirlo pero no tenía tiempo. Nunca se ha extinguido su actividad, si bien estuvo dormido durante mucho tiempo. Se reactivó en 1947 con una erupción que duró un año y elevó hasta los cielos una columna de cenizas de 25 kilómetros de altura.
Los primeros días del viaje por el sureste de Islandia estarán todo el tiempo a la sombra del Vatnajöjull. Por la terminación de la palabra, jökull, ya se entiende que estamos hablando de un glaciar, el más grande de Islandia. Sus 4.800 kilómetros cuadrados hablan de la magnitud de la masa de hielo. El glaciar "vomita" lenguas heladas en todas direcciones, especialmente hacia el sur, el oriente e incluso el norte del país. El glaciar es el tercero en extensión en el planeta, detrás de la Antártida y de Groenlandia. En algunas partes el glaciar tiene una profundidad de un kilómetro. Repito: mil metros de grosor de hielo, una barbaridad. Experimenta, como todos los glaciares del planeta, un lento descongelamiento debido al calentamiento global. Algunas de las lenguas glaciares que se desprenden hacia el sureste llevan estos nombres: Breidamerkurjökull, Skaltafellsjökull y la más conocida de Skalafellsjökull. Esta última lengua glaciar ofrece la vía más fácil de acceso al gran glaciar de Vatnajöjull pues existe una carretera que lleva a los visitantes hasta muy arriba donde hay un refugio restaurante que es el punto de partida para la inmersión en la masa helada, tanto para los novatos como para los alpinistas avezados. En su momento, cuando vayamos pasando por la lengua terminal del Breidamerkurjökull contaremos cómo nos adentraremos en un lago constelado de bloques de hielo flotantes; esta es una de las experiencias más recordadas del viaje a Islandia.
La Ring Road o carretera de circunvalación que da la vuelta completa a la isla, permanece abierta todo el año incluso en la época de invierno, gracias a la labor del gobierno; pero las carreteras que se desprenden de la principal, marcada con el número uno y que se adentran en el país, estas sí se cierran en el invierno por la cantidad de nieve. Los islandeses que viven en las granjas quedan aislados, deben estar preparados para sostenerse durante ese largo período y su medio de transporte es el caballo. Los primitivos pobladores provenientes de Noruega, vikingos ellos, trajeron los caballos y desde entonces no se han mezclado con otras razas por lo cual los "Equus scandinavicus", que son los actuales equinos de la isla, son considerados una raza aparte. Son más pequeños que nuestros caballos, son fuertes y resistentes a las duras temperaturas y sus crines son muy abundantes y por la manera como les caen por la cabeza y sobre la cara me traían a la mente a una de las que llamamos "tribus urbanas", los emos, esos muchachos cuyo cabello largo les cae sobre los ojos y en una parte de la cara. Ellos, hablo de los caballos, tienen una estampa bella y soy muy fotogénicos.
La única carretera central y todas las que de ella se desprenden están magníficamente señalizadas y las vallas, en perfecto estado, hacen prácticamente imposible que el visitante se pierda en las inmensidades de las llanuras interiores. Así que la primera "tarea" del visitante en Islandia es dar la vuelta completa a la isla por la excelente carretera número uno, la Ring Road y si alquila un campero todo terreno se puede meter por donde quiera.
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