Flavio Restrepo Gómez


El Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez, ha hecho todo lo que le ha sido posible, no ha dejado de hacer algo de lo que parecía imposible con tal de ser reelegido en su cargo, para demostrar que tenemos en él, a alguien, que como buen templario, perteneciente a las sectas sombrías del siglo XII, vigentes por retrógrados como ha demostrado serlo, en este siglo XXI tiene comportamientos sectarios, actuaciones de troglodita, inaceptables en un Estado laico, que dice ser Social de Derecho, como lo establece la Carta Magna.
Él, que como procurador debe ser el fiel de la balanza entre los poderes públicos, se ha dedicado a perseguir a los que no estén de acuerdo con su muy peculiar manera de asumir la religiosidad, no como un acto íntimo de fe, sino como una empresa de venganzas contra los que contradigan la moral hipócrita de esos, que como él, estigmatizan putas, allí donde solo existen Magdalenas.
Sí, magdalenas como las que el Dios hecho hombre en que dice creer, vio el dolor y demostró el gesto purísimo y profundo del perdón, como signo reparador, y no como el arma del templario vengativo, que para cimentar la que acredita es la única moral verdadera, tiene que cercenar de un solo tajo de Alabarda, las cabezas de los descreídos de hoy, que violan el orden de sectarios, adoctrinados en la venganza y no en el amor. Todo lo contrario a lo que enseñó el Señor, que dice, pero parece no ha sido su Maestro.
Este procurador, es vengativo, tiene en su mente la idea fija de acabar de un solo tajo con las opiniones que sean contrarias a esa su verdad, levantada a la medida de los autoproclamados defensores de una moral cristiana, que es la antítesis de el Cristo vivo, que un día nos enseñaron, era humilde y bueno, caritativo y pulcro; ese que no pensaba jamás en las venganzas contra sus detractores o enemigos. Que se dejó crucificar de ellos, cuando con su poder, para los que en él creen, podía haberlos hecho trizas.
No era posible que existiera hoy, pero sigue existiendo, quien cree en un Dios, vengativo, como un majadero que pierde el tiempo, de las que imagino deben ser muy grandes preocupaciones por el orden del universo, para castigar a los descreídos, permitir la muerte de inocentes, auspiciar el triunfo de los escuderos de logias de poder, escondidas en sonorísimos lemas como Opus Dei y PFT (Propiedad, Familia y Tradición).
Ese Dios en el que creen, es la antítesis de la divinidad y de la perfección. Es la alegoría a la venganza, el odio, el castigo, la culpa. Un dios tan sombrío, no puede ser más que la invención fantasiosa de hombres que justifican su sectarismo en religiosidades deturpadas y en valores retorcidos, que hacen aparecer como las guías de la humanidad, a las que persona alguna puede resistirse, so pena de caer en las manos de quien pueda someterlo a oprobio o quemarlo vivo, como en efecto lo hicieron durante muchos años en el medioevo.
Pues bien, ahora resulta que en su afán reeleccionista, para quedarse atornillado en un puesto que es hoy más una carta burocrática que una verdadera dependencia de control disciplinario de funcionarios públicos, el procurador Ordóñez, ha sido ternado por la Corte Suprema de Justicia, con una anticipación que por sí sola deja en entredicho la imparcialidad de los que lo postulan, quitándole además todo el valor a la imparcialidad de los que lo tienen como candidato, pues le dieron ventajas, que fueron solo para él, como cuando una candidatura es hecha con medidas de sastre para que sea traje del que quieren siga de procurador.
No importaron los impedimentos éticos y morales, que la ética y la moral en Colombia son lujo superfluo y bagatela fácilmente negociaba, que tenían varios de los honorables magistrados para nominarlo, fueran mayores, cuando tiene el procurador en la Procuraduría nombrados a varios parientes allegados de los magistrados, cuando es el procurador el encargado de hacerle a éstos juicios disciplinarios y éstos los encargados de conocer sobre las acusaciones que puedan pesar sobre el procurador.
Un juego sucio de yo te hago el favor, tú me lo pagas, yo te absuelvo. Qué flaco favor le hace a nuestro ya enclenque y desprestigiado andamiaje de democracia de bolsillo, que por cuenta de, entre otros, hombres como estos, ha perdido toda credibilidad, es vista con sospecha y burla por los que todavía creen en el menester de la justicia, en el poder de la parábola judicial y en la independencia de estos hombres que ocupan cargos superiores. Mentira. Todo en esta Colombia de leguleyos y corruptos se mueve bajo la batuta de lo que es antiético e inmoral. Pero eso ni al procurador, ni a la Corte, parece importarles mucho, que lo que necesitan es cierto grado de miopía, casi ceguera del que se convertiría en el juez natural del otro.
Como si lo anterior no fuera suficiente despropósito, acción que pone en entredicho la autonomía del ternado y los ternadores, vinieron los políticos, para dar el toque artero, la estocada final, y todos a una, congresistas liberales, conservadores, de la U, cantaron su apoyo unánime con anticipación indecente, cuando muchos de ellos tienen expedientes vivos en la Procuraduría, lo que los inhabilitarían para reelegirlo.
Era solo un acto de decencia, de pulcritud, de ética, pero muchos de nuestros congresistas se caracterizan, porque carecen precisamente de esos límites, no tienen recato en la indecencia de anunciar públicamente su respaldo, para reelegir al que los juzga, con el mensaje al colectivo, con el que parece buscan impunidad a cambio de apoyos.
Apoyo de basura, ejercida por muchos congresistas carentes de dignidad, en mala hora aceptada por un Procurador que será capaz de negociar cualquier cosa, con tal de asegurarse para sí mismo la reelección.
¡Qué espectáculo indecente nos dan estos funcionarios públicos! ¡Qué mal ejemplo de quienes tienen la obligación de ser acrisolados y demostrar tener la transparencia de una ventana sin vidrio!
En fin, la nominación del procurador para su reelección, convertida en puesto callejero de compra venta de favores políticos. ¡Ya vendrán las vindictas del Templario!
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