Luis F. Gómez


Definitivamente el personaje del año es el papa Francisco. En menos de 12 meses, Jorge Mario Bergoglio ha logrado cambiar la imagen del papado. Ha puesto a todo el mundo a comentar sus palabras, que ya no son las de un profesor de teología, sino las de un pastor cercano a la gente, comprensible y con mucho contacto con la experiencia de fe popular.
Es el papa que antes que bendecir, pidió que la multitud de la Plaza de San Pedro orara por él, tras su elección en el Cónclave. Es el mismo que ha dicho que quiere una Iglesia pobre y para los pobres. Es el papa que ante preguntas comprometedoras sobre las personas homosexuales, se adelantó a decir: "¿Quién soy yo para juzgarlos?". Es el que les ha dicho a los "príncipes de la Iglesia" que el carrerismo en el Vaticano es la lepra del papado. Es el que ha exhortado a los sacerdotes a que "huelan a oveja" y estén cerca de los fieles. Es el mismo que reunió una comisión de altísimo nivel para reformar la operación del Vaticano. Es el mismo que no quiso quedarse en los apartamentos privados donde tradicionalmente los papas residían, sino que continúo viviendo en la hospedería de quienes van al Vaticano. Es el mismo que recibió un Renault 4 de segunda como símbolo de sencillez. Es el mismo que cuando sale a saludar a la muchedumbre, besa a los enfermos y carga a los niños. Ese es Francisco, nuestro papa. Es el mismo que repartió una nueva medicina en la Plaza de San Pedro: "misericordina".
Los analistas del Vaticano definen así su concepción de Iglesia: "El modelo de iglesia es mucho más participativo, descentralizado y más fluido, con mayor voluntad para asumir riesgos, y mucho menos preocupado por la conformidad doctrinal; mucho menos clerical y mucho más Cristo-céntrico". Es un papa que cree profundamente en la revolución del amor y la ternura. Por ello, les ha solicitado a los fieles que lo visitan en el Vaticano ser muy misericordiosos.
El papa Francisco, está dejando una huella profunda tanto en católicos como no católicos. Es uno de los principales líderes mundiales. Está traduciendo el mensaje del Evangelio a categorías entendibles por todos y ha comenzado a descentrar a la Iglesia, que estaba excesivamente concentrada en sí misma. Este papa es una gracia maravillosa para todo el mundo. Es, pues, el personaje del año, sin mayor discusión.
El mejor regalo que le podemos dar al papa es rezar para que siga impulsado por el Espíritu haciendo los cambios en la Iglesia.
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