Luis F. Gómez


El papa Benedicto XVI anunció que en un mes se tendrá un consistorio para nombrar a 6 nuevos cardenales, entre ellos a monseñor Rubén Salazar, Arzobispo de Bogotá y Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia. Este nombramiento es bien acertado, pues el obispo Salazar ha logrado imponerle a la Iglesia de su diócesis y a la Conferencia Episcopal un rimo muy evangélico y en consonancia con los tiempos modernos.
Monseñor Salazar ha sido también Obispo de Cúcuta y Arzobispo de Barranquilla. Igualmente, se ha desempeñado como presidente de la Conferencia Episcopal desde 2007, habiendo sido reelegido recientemente. Estudió con los jesuitas en la Universidad Gregoriana donde hizo la licenciatura en teología. Luego realizó estudios bíblicos en el Instituto Bíblico. Es pues una persona de profundo conocimiento teológico, que ha logrado combinar con una praxis eclesial muy cercana a su clero y al Pueblo de Dios. Hay en el ejercicio de su labor como pastor la preocupación profunda por la necesidad que la evangelización llegue a los corazones de los fieles. En Bogotá, por ejemplo, se está en pleno proceso de planificación pastoral.
Según el boletín informativo del Vaticano, "Los cardenales tienen la tarea de ayudar al Sucesor de Pedro, en el cumplimiento de su ministerio de confirmar a los hermanos en la fe, y de ser principio y fundamento de la unidad y de la comunión de la Iglesia". Tienen pues, los cardenales, una misión bien importante de colaborar con la tarea del Papa, y muy interesante que estén como figuras de unidad de la Iglesia. Monseñor Salazar hace algunos meses mostró su capacidad de aceptar la diferencia y de acoger en la comunión a personas que desde otros púlpitos han sido excluidos en la práctica de la comunidad eclesial. Un Pastor así, comprensivo e incluyente, le puede hacer mucho bien a la Iglesia.
Queda Colombia con tres cardenales: Castrillón, Rubiano y Salazar. Pero más allá de las dignidades, reverencias eclesiales, es muy significativo para el país que a nivel de la estructura eclesial, tengamos una representación importante. Es una manera de tener un reconocimiento al interior de la Iglesia. Sin embargo, este hecho se da cuando en el país el proceso de secularización comienza a "roer" la vitalidad del cuerpo católico. Muchos jóvenes están permaneciendo indiferentes ante el hecho religioso y, es más, no pocos se manifiestan sencillamente alejados explícitamente. En el país, y en general en América Latina, hay un serio problema de transmisión de la fe. Si no se logra sobrepasar este obstáculo, estaremos frente a una Iglesia que poco a poco está destinada a ser más débil y pasar desapercibida. Por ello, iniciativas de evangelización explícita se abren como la única manera para detener este peligroso deterioro en la vida de fe muchos colombianos y colombianas. El nuevo Cardenal es experto en ello, qué bueno que dinamice la Iglesia colombiana.
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