Héctor Palau


Héctor Palau
LA PATRIA | Bogotá
Reprochable desde todo punto de vista resulta la acción terrorista vivida por el deporte mundial cuando como, consecuencia de los explosivos detonados por desadaptados en la legendaria Maratón de Boston, esta tuvo el final más infeliz de su historia: 3 muertos y más de 140 heridos entre los que se contaron finalmente dos colombianos. Qué dolor, qué horror, qué momento más difícil.
Apenas estábamos digiriendo el buen momento que nos ofreció a lo largo de 27 de los 42 kilómetros como gran protagonista la corredora de Porvenir, Yolanda Caballero; apenas nos hacíamos a la idea de una gran actuación con sabor agridulce por lo que pasó y pudo pasar con sus zancadas por calles de Boston; apenas analizábamos todo lo pasado y lo que pudo pasar, cuando nos sorprenden los despachos internacionales anunciándonos el estallido de petardos que enlutaron el deporte mundial.
Aún llegaban corredores, se vivía la fiesta y a pocos metros el estallido haciéndole daño al deporte.
A partir de allí lo muy bueno exhibido por la corredora de Porvenir pasó a segundo plano y entonces a preguntarnos por el paradero y condición de otros 38 colombianos registrados oficialmente que habían viajado y entre los que estaba una gloria del país como Hernán Barreneche, quien finalmente ganó en su categoría, pero su noticia pasó a segundo plano y lo importante era saber que estaba bien.
En medio de todo recordé como ya en Colombia también, aunque en forma ligera, nos ha tocado este mal.
Hace más de una década una etapa del Premio Mundo Ciclístico fue suspendida por un petardo que fue lanzado contra el vehículo de la policía de carreteras cuando transitábamos hacia Útica (Cundinamarca). El año anterior, la Vuelta a Colombia estuvo afectada por la voladura de un puente en la víspera de pasar por allí la etapa en el Cauca. Por fortuna, en ambos casos sin consecuencias fatales.
En el campo internacional, entre los recuerdos más dolorosos y sonados se tienen en las citas olímpicas de Múnich 1972, cuando un comando del grupo terrorista palestino Septiembre Negro asaltó la Villa Olímpica de los Juegos y asesinaron a dos miembros del equipo israelí y tomaron a otros nueve como rehenes, que posteriormente en el intento de rescate fallecieron.
También el ingrato recuerdo de julio de 1996 en Atlanta (EE.UU.) cuando estalló una bomba en el Parque Centenario en la celebración de los Juegos Olímpicos, donde una mujer murió y 111 personas resultaron heridas.
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