Andrés Hurtado


Decíamos que era verano cuando fuimos al Parque de los Guácharos. En efecto, la mejor época para visitar el Parque es diciembre y enero, los meses secos, lo que en nuestro caso no impidió que las dos primeras noches los aguaceros fueran tempestuosos. Eso sí, al amanecer los bosques parecían estar más frescos, como surgidos del primer día del Génesis.
Acompañados por los funcionarios visitamos la llamada Cueva de los Guácharos. Estas son cuatro en total: la de los Guácharos, la del Indio, la del Hoyo y la Chiquita. En Santander, departamento rico en cavernas, hay una que se llama también Cueva del Indio y en varios países americanos las hay del mismo nombre.
La oscuridad es total dentro de la cueva y los chillidos de los guácharos por ratos son ensordecedores. Los alumbramos con las linternas para poder hacerles las fotos. Echados en sus nidos no se inmutan ante la luz. No podemos acercarnos a ellos porque los nidos están a 10 metros del suelo y debemos tomar las fotos con teleobjetivo. Los guácharos deberían ser los pájaros emblemáticos de la aviación puesto que se orientan por medio de un ecolocalizador estilo radar, similar al de los murciélagos. Los pájaros son frugívoros y al anochecer salen en bandada, sobrevuelan las altas montañas del Parque y descienden a las selvas del Caquetá donde buscan su alimento preferencialmente en palmeras de frutos grasosos. Se sabe que se alimentan de 20 frutos diferentes. Los dos, macho y hembra, se turnan para empollar los huevos y salir a buscar la comida. Hacen unos cinco vuelos nocturnos trayendo comida y vuelan un promedio de 150 kilómetros por noche y cubren un área de unos 1.400 kilómetros. De esta manera pasan todo el día dentro de la cueva y toda la noche, incluyendo las citadas entradas trayendo comida.
En algunas partes, donde no están protegidos por ley, los suelen cazar para alimentarse de su rica carne y prender los mecheros con su grasa. Los polluelos son muy glotones y engordan de manera impresionante. A las 10 semanas de nacida la cría pesa 12% más que la madre. La cría pesa un kilo y sus padres más de medio kilo cada uno. un kilo y sus padres más de medio kilo cada uno. Los adultos alcanzan 91 centímetros (¡casi un metro!) de envergadura. En inglés lo llaman oilbird, o sea pájaro de aceite y en quechua les dicen tutawallpas.
Un investigador dice que los guácharos son unos pájaros muy especiales porque tienen pico de águila, vuelan como las lechuzas y se parecen a los murciélagos en sus hábitos. Tanto los guácharos como los murciélagos frecuentan bosques primarios no intervenidos, dato que es muy importante para los investigadores y les facilita el trabajo.
El suelo de esta cueva y de todas es supremamente resbaloso y de ello dan cuenta las caídas que tuvimos. La cueva tiene varios pasadizos y la humedad es grande. El río Suaza, que pasa por casi el centro de la cueva, estaba crecido, no lo pudimos vadear y por ello no pudimos recorrer todo el recinto. Cuatro permanecimos dentro de la cueva, recorriéndola y fotografiando nidos de guácharos, estalactitas y estalagmitas…y levantándonos de las caídas. Esta segunda noche en el Parque fue particularmente memorable porque después de la cena Rosendo Paramero, estupendo cantante y guitarrista, nos deleitó con la canción que él ha compuesto al Parque. El Parque de los Guácharos es el único de los 57 Parques Nacionales Naturales que se gloría de tener himno propio, gracias a la creatividad artística de Rosendo Paramero.
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