Luis F. Molina


Pulso y Latitudes
En Twitter: @luisfmolina
Probablemente, ninguno de nosotros logró dimensionar en un principio el escándalo que se desarrollaría al conocerse la forma en la que el gobierno de los Estados Unidos aceptó vigilar las comunicaciones electrónicas y telefónicas de sus ciudadanos bajo varios pretextos de seguridad nacional.
La pregunta es simple, ¿qué clase de libertad puede existir cuando el gobierno monitorea todos los movimientos virtuales de sus ciudadanos? Además, la independencia y la privacidad ven vulnerados sus principios, en primigenia, en el hecho por el cual el Estado se da el vínculo de confianza e interés en aspectos que no le incumben en lo absoluto. Parece que en EE.UU. cada día más se quieren parecer a un juego de Gran Hermano.
Lo que más puede sorprender sobre toda esta tormenta de opiniones e investigaciones posteriores, es la actitud del gobierno Obama, filosofía de una administración que deja boquiabiertos a quienes confirman el actuar de un mando que ha perdido todo su norte y lo han permeado varios elementos del poder anticuado del Partido Demócrata de mitad del Siglo XX.
El gobierno de los Estados Unidos no es como el colombiano, es decir, no recula con facilidad en la mayoría de sus propuestas, debido a que las defienden con vehemencia y, según su ideología, están hechas para el bien común y no el privado. Además, la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) lleva más de medio siglo vigilando con la más fina tecnología la forma de proceder de sus ciudadanos. Simplemente, el gobierno ha mantenido el proceder de esta agencia en un perfil bajo.
La semana pasada se conocieron imágenes de gigantescos complejos en los cuales se están instalando las novedosas maquinarias encargadas de la revisión, rastreo y análisis de millones de correos electrónicos, mensajes y llamadas que dentro y quizás fuera de Estados Unidos se registren. Significa esto, entonces, los miles de millones de dólares invertidos por el gobierno federal para mantener sus estándares de estricta vigilancia.
La calidad de tecnología es tan alta que es defendida por el gobierno dado su nivel de efectividad. Son claros en la administración de Obama en poner de ejemplo las investigaciones posteriores a las bombas de la Maratón de Boston de hace unas semanas. Gracias a la afiliación que tiene la NSA con las centrales de vigilancia de centenares de ciudades de Estados Unidos, se conocieron las imágenes de los dos responsables de la tragedia. Finalmente, este argumento no esgrime completamente una justificación al espionaje a periodistas y la naturaleza para husmear a sus ciudadanos bajo una coraza de protección y nacionalismo.
El Partido Republicano ha criticado la necedad del gobierno de Obama en cuanto a que no discrimina ningún asunto para forjar su parecer y es una actitud políticamente defendible, pues al fin y al cabo Barack Obama es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, la forma en la que lo hace es reprobable. Por los casi cuatro años y medio de su administración, su país se ha vuelto la casa estudio de un Gran Hermano, un show de telerrealidad en el cual los participantes son vigilados en su pleno actuar. Se sabe todo lo que dicen, quieren y pretenden.
Si el gobierno de los Estados Unidos les demanda a Facebook, Google, Yahoo, Twitter y otros grandes de la internet que entreguen información privilegiada sobre miles de cuentas que manejan, el Estado ya entraría a saber absolutamente todo lo que hacen, ahora que es moda que se suban a la internet fotos, comentarios, planes, hojas de vida, ubicaciones, entre muchos otros datos de la red.
Por ello, me causó gracia absurda ver hace algunos días el siguiente acrónimo explicativo del F.B.I. En lugar del conocido Federal Bureau of Investigation, algunos ingeniosos internautas lo reconfiguraron a Facebook (F.B.) e Instagram (I). Así, supuestamente, el gobierno de EE.UU. vigilaría sus movimientos y sus fotos en ambas redes, sin descontar su ubicación.
¿Qué sigue? ¿Qué más está por conocerse? Además, la persecución que se le ha hecho al informante que filtró valiosos datos sobre el proceder de la NSA significó el reconocimiento de la perspectiva arrogante y ordinaria de Obama y sus amigos. Apenas, Eric Holder irá a responder por las escuchas ilegales a periodistas y ese es únicamente un principio trunco de un escándalo tan bochornoso como el mismo Watergate.
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