Siempre será un tema de interés general. Se pierde en los milenios anteriores el inicio de la medicina ejercida por el Homo sapiens sapiens, aunque es indudable que existían enfermedades antes de que apareciera la especie. Existieron en la medicina prehistórica, los mismos métodos que adoptaban los animales y luego en la primitiva aparecieron los Hombres Medicina, el Chamán y el Curandero, según las culturas y bajo el concepto de los sanadores, un comienzo que diera lugar a una serie de procesos desarrollados a través de las centurias que finalmente condujeron a la ciencia, la técnica y el arte que hoy se enuncian, no siempre en el mismo orden, ni tampoco por igual, en el planeta, en donde todavía existen pueblos ancestrales que no han evolucionado.

El ejercicio de la medicina humana ha sido complejo. Hoy se analiza con cierta sonrisa desdeñosa lo que fue el manejo de la salud, la vida y la muerte de los antepasados, pero todo lo acontecido ha sido en el camino de lograr lo que hoy se tiene.

Con la muerte de Neil Armstrong, el astronauta que será inolvidable a través de la historia, se entiende que nada será igual en el contexto del universo, después de su proeza.

Igualmente, cada hito de la ciencia médica ha llevado a una nueva dimensión a quienes la practican y a los que son objeto de ella: los pacientes ya sea en forma directa o indirecta. Nada ha sido igual después de Hipócrates y sus enseñanzas; de Avicena y su ciencia árabe; de Luis Pasteur y su microbiología; de Edward Jenner y su vacuna; de William Harvey su anatomía y fisiología; de sir William Osler y la ciencia adicionada de su humanismo; la lista es tan grande que se pueden llenar más de 100 tomos de historia contextualizada con logros y fracasos.

Hay una dura vivencia del ejercicio médico en Colombia. No es oportuno enunciar y analizar casos específicos que se convierten en reales, dolorosas y repetibles historias que jamás debieran suceder. ¡Pero suceden!, a pesar de todo lo que se ordena, se prometa o se trate de hacer tímidamente.

El médico está enfrentado a las instituciones asistenciales en donde labora, porque se le explota inmisericordemente, se le restringe su ejercicio y se le coarta su independencia científica. Está contrapuesto con el paciente, porque no se identifican sus respectivos papeles y se desconocen sistemáticamente los deberes y derechos en un ambiente de desconfianza altamente perjudicial para el enfermo y el médico. Por la falta del cumplimiento de los protocolos tiene disensos inadecuados con los colegas. El médico está distante con las familias por falta de claridad de ellas frente a su paciente y ante las relaciones del médico con la persona aquejada.

Todo se vuelve un embrollo en donde todos salen perdiendo el lugar que les conceden la vida y la ciencia, influyendo en las personas dignas de las mejores atenciones.

El primer obstáculo para lograr una medicina distinta está en las Escuelas Médicas cuando pretenden formar una persona para el ejercicio de la medicina y los papeles no están lo suficientemente identificados en la conciencia de los estudiantes, los profesores y los administrativos que son responsables por la génesis y desarrollo de los programas, hasta lograr su cumplimiento en medio de grandes dificultades en las prácticas.

Lo que se pretende debe ser tan nítido que de ello depende que todos caminen en la misma senda, buscando la misma meta para lograr alcanzar los horizontes propuestos.

Finalmente, el buen ejercicio de la medicina es multifactorial y no es solo responsabilidad de la Ley 100 de 1993. Lo demás son pamplinas.

Las academias, las entidades gremiales, las universidades y las sociedades científicas tienen la obligación de analizar y proponer sobre el tema.

Nota: Para el análisis, las decisiones, el cumplimiento de compromisos, la aceptación de oportunidades y el futuro de una medicina mejor: La Ordenanza 693 por la cual se crea una estampilla Pro-Hospital Departamental Universitario Santa Sofía de Caldas.