José Jaramillo


El proceso de paz que se adelanta en La Habana ha suscitado opiniones diversas, pero la mayoría, dentro y fuera de Colombia, proveniente de distintas tendencias ideológicas, concuerda en que es necesaria, sin dejar de admitir que no es fácil, y que la guerrilla se da sus mañas para dilatar las cosas y ganar tiempo, pretendiendo ablandar al Gobierno, porque tiene en su poder a los secuestrados y a una población civil indefensa, que utiliza como escudo en una modalidad infame de chantaje. Los orondos jefes del secretariado se refieren a los cautivos como prisioneros de guerra, comparables a los guerrilleros presos, como si el Estado les diera a éstos el mismo trato que reciben los secuestrados, en el momento de la captura y durante el cautiverio. Eso indigna a cualquiera que tenga la más mínima sensibilidad humana, pero los insurgentes no saben qué es eso. Además, la que comenzó como una rebelión ideológica, pobre de recursos y armamento, se convirtió por el secuestro extorsivo y el narcotráfico en una organización muy rica, que no tiene cortapisas legales ni morales, lo que le facilita obrar como le dé la gana. Mientras que las fuerzas armadas tienen que cumplir con una normatividad que se rige por principios constitucionales y éticos, y están vigiladas por instituciones nacionales y acuerdos internacionales que son jueces muy severos.
Los escépticos invocan, además, como argumento para descalificar el proceso de paz, el fracaso de intentos anteriores, en los que distintos gobiernos han actuado de buena fe, pero la arrogancia de los jefes guerrilleros han frustrado.
Con todo, hay que intentarlo una y otra vez, para lo que sirve la frase de Churchill, quien decía: "El triunfo consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo". Los secuestrados, algunos de los cuales llevan casi dos décadas en la selva, sometidos a los vejámenes más espantosos; los campesinos y las poblaciones aisladas e indefensas; la producción agrícola del país; el altísimo costo económico y social de la guerra; la tranquilidad de los colombianos; y la buena imagen internacional del país, que se necesita para atraer turismo e inversión, reclaman el acuerdo de paz a gritos, y están dispuestos a tragarse los sapos que sean necesarios para alcanzarla.
Es infame, entonces, que los cómodos escépticos, que viven sin problemas en las ciudades, algunos de los cuales andan en carros blindados y con escoltas, almuerzan en los clubes sociales y veranean en exclusivos balnearios caribeños, se opongan al proceso de paz como mecanismo de oposición política al presidente Santos.
* * *
El libro "Este soy yo, tal cual… Rafael Arango Villegas" puede adquirirse a $25.000 en las siguientes instituciones benéficas, a las que la familia Arango-Vélez les donó la edición: Ceder. Carrera 18 No. 72-61. Teléfono 8864376. Fundación Hogar de la Divina Misericordia. Calle 50 No. 24-56.Teléfono 8850666.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015