Bernardo Mejía


El principal centro social de la ciudad es el Club Manizales, sitio que debe ser y ha sido el referente de las actividades sociales más importantes y en donde se han podido realizar las atenciones que se hacen a visitantes como el presidente de la república o ministros del despacho e inclusive para homenajes locales. Además, como todos los clubes sociales, es el punto de encuentro de amigos y sitio especial para diferentes reuniones.
En los últimos 10 años el Club Manizales pasó de tener una a tres sedes. La del Centro, la del Cable y la Campestre. Se esperaba que con estas tres sedes se aumentaran los socios o al menos se conservaran, pero lamentablemente estos han venido disminuyendo enormemente. De un ideal de socios de 1.500 se pasó a 840 socios activos, además de los 217 socios honorarios.
Según lo anterior el panorama económico del Club no es el mejor. Las dificultades económicas no son de ahora sino que vienen dándose desde cuando se hizo la integración con el campestre y se aumentó con la adquisición de la sede del Cable. Panorama que se ha agudizado con el retiro de los socios y con el bajo uso que se le está dando a las tres instalaciones.
Hace pocos días se llevó a cabo una asamblea extraordinaria que fue solicitada por un grupo de socios que buscaban contribuir con la solución a los problemas que tiene el Club. Lamentablemente el orden del día de la convocatoria era uno y otro muy diferente lo que pretendían los socios que la convocaron. Lo que en el fondo buscaban estos socios era cambiar la junta directiva del club -llamada sala de gobierno-.
La asamblea fue totalmente desafortunada. Los ataques desobligantes y bajos entre los asistentes llevaron a que la reunión no tuviera un buen término. Al final un grupo optó por retirarse y desintegrar el quórum, sin que se pudiera llegar a ninguna conclusión y sin proponerse ninguna solución al futuro económico del centro social. Centro del que supuestamente hace parte lo más representativo de nuestra sociedad.
No hay duda que patrimonialmente el Club es muy fuerte y que la venta de cualquiera de sus tres sedes aliviaría su situación económica. Pero se tiene un problema muy delicado, el número de socios es muy bajo para garantizar su estabilidad económica y lo más grave no se tiene un relevo generacional. Este último punto tiene que ver con la realidad de la ciudad en la que los jóvenes la están abandonando. Como nos estamos convirtiendo en una ciudad de viejos, también el Club se está volviendo un club de viejos.
Se debe buscar una solución al problema. No podemos permitir que el Club se acabe. La sede del centro hay que conservarla lo mismo que la del campestre. Vender la sede del centro sería un error. Es necesario luchar por preservar el centro de la ciudad, que cada día se deteriora más, y sin lugar a dudas se puede contribuir a su deterioro si se vende un inmueble tan emblemático para la ciudad como es la tradicional sede del Club Manizales; además, no tenemos un sitio en la ciudad para atender como debe ser a los visitantes.
Con respecto al campestre, esta sede tiene su importancia por disponer de un campo de golf, deporte que sin lugar a dudas sirve para vender y promocionar una ciudad. Ciudad que se respete tiene que tener su campo de golf y después del gran esfuerzo que hicieron nuestros ancestros para construir este campo sería muy lamentable que se perdiera.
Por lo pronto hay que buscar soluciones y estas tienen que salir del seno de los propios socios. Lo primero que se debe hacer es calmarse y sobre todo evitar la polarización. Hay que seguir generando mecanismos y opciones para la vinculación de nuevos socios -aunque no sean jóvenes- y mejorar el nivel de utilización de las tres sedes. También un punto muy importante es que se sepa la realidad económica de cada una de ellas.
Desafortunadamente la sala de gobierno del centro, después de la fallida asamblea, dio un paso en falso que consistió en aumentar la cuota de sostenimiento. Decisión lamentable, especialmente por el momento en que se dio y que más parece una retaliación de lo que sucedió en la asamblea y contribuyó a aumentar la confrontación entre las posiciones que se tienen.
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