Jorge Enrique Pava


Parecía inexplicable la metamorfosis política que se vivía en los últimos tiempos en Caldas. Ver al gobernador Guido Echeverri terminar aliado con sus enemigos acérrimos, y ver cómo los partidos de oposición a su vez terminaban ponderándolo como el mesías del departamento y como el hombre impoluto y transparente que merecía ser mostrado como el estandarte de la moral en Caldas, era algo que se salía de cualquier consideración lógica. ¡Minas con tanto oro no hay!
Y, en efecto, al pasar los días y al irse descubriendo los reales intríngulis que se manejaron en la administración pasada, vamos descubriendo los motivos y las causas de ese cambio extremo que se sufrió en los partidos políticos y en el propio Gobernador. Y no son otras que un nuevo carrusel de la contratación montado desde el ejecutivo, con el cual se complacía a los partidos de oposición y se lograba obtener su beneplácito para ganar gobernabilidad y terminar siendo exaltado por los "buenos" de Caldas, como el prototipo de gobernante y el ejemplo para mostrar ante el universo entero.
¡Pero no hay tal! Cuando en este espacio denunciamos las aberrantes contrataciones de María del Pilar Joves en la Industria Licorera de Caldas, vimos cómo reinó el silencio dentro de los gremios y cómo se hizo caso omiso a las denuncias dentro de esos grupos que se han adueñado de la moral y la han amoldado a sus propios intereses. La respuesta del Gobernador Guido Echeverri fue nombrarla en la Secretaría General, dependencia de la cual se requería la autorización para los gastos que se hicieran en las diferentes secretarías. Es decir, puso a los ratones a cuidar el queso… Y se supo aliar con el secretario de Gobierno, Alfredo Roncancio, para direccionar contrataciones por más de 5.600 millones de pesos en el año 2012, y otro tanto en los primeros seis meses de 2013, con los cuales complacieron los apetitos de diputados y políticos de la oposición y se ganaron su aquiescencia y su silencio para salir como el paradigma de los gobernantes.
Y hoy son ellos quienes acompañan al candidato Julián Gutiérrez Botero en las correrías por los municipios de Caldas. Guido Echeverri, María del Pilar Joves y Alfredo Roncancio, una tríada en la cual se está soportando la campaña para la Gobernación de Caldas, son los principales aliados de una nueva coalición que, en la práctica, ha resultado ser perversa, inescrupulosa y desleal, y que tiene la desfachatez de pregonarse moralista, honesta y transparente.
¡Esa es nuestra triste realidad! Una sociedad donde el carácter del delincuente se le asigna a la persona, no atendiendo el delito cometido, sino atendiendo la voluntad de unos pocos que se han arrogado el derecho de impartir justicia y de considerar quién es bueno y quién es malo, de acuerdo con sus propios intereses. Una sociedad donde algunos pueden hacer y deshacer impunemente, por el solo hecho de contar con la venia de un sector retrógrado, dominante, prepotente y abusivo que nos tiene en este estado de postración.
Por eso no sorprende la rechifla de que fue objeto Guido Echeverri en Salamina el fin de semana pasado. A gritos de "desleal", "traicionero", "trásfuga" y otros tantos apelativos desobligantes fue recibido en las calles de ese municipio donde se encontraba haciendo proselitismo a favor de su candidato. El pueblo no es tonto y hay que respetarlo. Y esos actos de deslealtad marcada de Guido Echeverri y sus escuderos, acompañados de la metamorfosis de los grupos políticos que hoy son sus aliados, causan un gran desconcierto en los ciudadanos que esperan encontrar en sus líderes unos mínimos valores.
Pero más que desconcertante, lo que hoy se nos ofrece es peligroso. La participación de la tríada mencionada en la campaña de Julián Gutiérrez (hombre bueno y de grandes virtudes) no es gratuita. De salir triunfadores estarán pasando su cuenta de cobro que les permitirá seguir libando del presupuesto departamental a través del andamiaje carnavalesco que supieron montar en el ejercicio de sus secretarías, y seguirán ostentando el poder ante los ojos ciegos de los órganos de control y de justicia que se niegan a injerir en las aberraciones de aquellos que cuentan con la bendición de los sectores "buenos" de nuestra sociedad.
Entonces lo que parecía inexplicable, fue tomando forma lógica: una oposición enmermelada que en un principio demandó la elección del gobernador, termina exaltándolo como el prohombre para ponerlo al servicio de su nueva campaña. Y un gobernador que recibió los más perversos agravios, termina al servicio de sus enemigos a sabiendas de que aliado con ellos conseguirá impunidad, protección jurídica y lenidad en el trato social, a pesar de las inmensas desfachateces cometidas en este carrusel caldense y que iremos destapando con el tiempo… ¡Si Dios y los poderosos nos prestan la vida para contarlas!
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