José Jaramillo


En la lectura del libro "Mario Calderón Rivera. El Humanista y el Pensador" *, escrito y compilado por el historiador y catedrático Albeiro Valencia Llano, y patrocinado por la Universidad Autónoma de Manizales y el diario LA PATRIA, se encuentran las sabias enseñanzas de un estadista, que armoniza la administración pública y privada con la calidad de vida de la gente; la producción agrícola para la subsistencia primaria y el mercadeo rentable; la explotación de los recursos naturales, sometida al respeto por la Naturaleza; la preservación de bienes esenciales, como el agua, sus fuentes y la vegetación protectora; la transformación manufacturera, amparada de monopolios y subsidios ventajosos; la conservación del patrimonio arquitectónico y cultural; la renovación armoniosa y amable de los centros urbanos, para dar alojamiento digno a las familias; la planeación como garantía de realizaciones eficientes y útiles, a costos reales… En fin, es este libro una rica fuente informativa para la orientación del hombre público, que debe regresar al pupitre, con más tecnología para alcanzar el conocimiento, pero sin el criterio monetarista y consumista que se ha impuesto como paradigma, al amparo del "capitalismo salvaje", que ha deslumbrado a los ejecutivos y gobernantes "ligth". Es decir, que la obra en mención debe ser de estudio obligatorio para quienes aspiren a dirigir y administrar los bienes de la comunidad. Los públicos, por obvias razones; y los privados, porque, de cierta manera, son patrimonio de la comunidad que los sostiene. Ya está sobre la mesa la iniciativa de crear en la Universidad Autónoma la "Cátedra Mario Calderón Rivera", que, por extensión, debe adoptarse en todos los centros de formación superior. Y aspirante a puesto público, o a cargo de representación, que no la pase, "de malas", "out", "te vi"…
En materia de capacitación sobre asuntos de economía de base, que es la que comienza en el hombre, su familia y la comunidad primaria, saben más los niños y los maestros de las escuelas rurales, que los ampulosos ejecutivos del gobierno y de la empresa privada, que dicen pendejadas en varios idiomas, y actúan inspirados únicamente en el utilitarismo. Y de representación legislativa, ni hablar por no llorar. En una educación de cascada al revés, semejante a los salmones que se suben por los chorros, ministros, presidentes, gerentes, alcaldes, gobernadores, secretarios de despacho y demás, después de estudiar el pensamiento de Mario Calderón Rivera, que se quemó las pestañas estudiando el entorno vital del hombre, y que aplicó sus conocimientos con inmaculada pulcritud en los cargos que desempeñó, deben acudir a una escuelita de vereda, para que los niños y los maestros les muestren el agua en sus fuentes primarias, la guadua, el arboloco, el carbonero, las gallinas (y vean cómo ponen los huevos), las vacas (explicándoles de dónde sale la leche), la boñiga, el cagajón y la rila, como sustitutos de fertilizantes químicos… En fin, para que se bajen de la nube de su prepotencia y aprendan a ser útiles, por lo que les pagan.
* Valencia Llano, Albeiro. Mario Calderón Rivera. El Humanista y el Pensador. Editorial "La Patria", Manizales, 2014.
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