María Leonor Velásquez Arango


A propósito de la presentación del Proyecto ‘Manizales Cómo Vamos’ el pasado martes 16 de octubre, sobre la percepción de calidad de vida en Manizales, me gustaría compartir algunas reflexiones sobre los temas que llamaron mi atención, e invitarlo a revisar los resultados del estudio, si no lo ha hecho http://manizalescomovamos.org/. Considero que éste es un gran paso que la ciudad ha dado y que sin duda permitirá que empecemos a mirarnos al espejo con todo lo que tenemos, entendiendo que la mejor manera de avanzar es reconocer dónde estamos parados y cuáles son las dificultades que necesitamos superar.
Según los resultados del estudio "Los manizaleños califican a la capital caldense como una buena ciudad para vivir, se sienten muy orgullosos de su ciudad y dicen que les ofrece una buena vida. Las dificultades mayores se relacionan con lo económico, con la dificultad para encontrar trabajo y con lo difícil que es hacer empresa" - Natalia Escobar, directora Manizales cómo Vamos.
Yo me pregunto de dónde viene esta percepción; tal vez cabrían diferentes interpretaciones. Una de ellas podría ser que estamos ‘distraídos’, como decía el maestro Facundo Cabral (q.e.p.d); con esta expresión me refiero a que no conocemos las cifras reales de pobreza, inequidad, desnutrición, escolaridad, entre otras. Otra podría ser que, si yo estoy bien entonces todos estamos bien; gran error de una sociedad individualista en la que las cosas que le pasan a los otros no son problema mío. Una tercera posibilidad podría ser que, somos conformistas y pensamos que es difícil que todos estemos bien y que a algunos les toca vivir así.
Por otra parte, parece un poco contradictorio el que, por un lado estemos pensando que Manizales es un buen sitio para vivir; mientras que reconocemos que las dificultades mayores están en lo económico, encontrar trabajo y hacer empresa. ¿Será que en la mente de algunos ciudadanos, el tema económico y la calidad de vida pueden ir por caminos diferentes en una sociedad en la que ‘si no tienes dinero para comprarlo no lo puedes tener o lo que es peor, vales menos o no vales nada’?
Hoy quisiera tocar especialmente el corazón de los empresarios y directivos del sector privado. Me sorprende muchísimo, como en los escenarios en los que participo como facilitadora de procesos de construcción colectiva, los empresarios brillan por su ausencia, por supuesto con honrosas excepciones que reconozco y valoro profundamente. Pero en general, la expresión es que ellos no tienen tiempo para participar en estos espacios, que no se pueden sentar a conversar sobre el futuro de la ciudad y la región, que esto es un tema del gobierno o de la academia o de los que tienen tiempo para sentarse a conversar.
Yo me pregunto si de tanto afán por querer resultados rápidos se termina perdiendo de vista lo que verdaderamente es importante; si es posible tener empresas exitosas en entornos que socialmente se deterioran; si lo que se denomina éxito desde esta perspectiva solo son resultados económicos y, ¿cuánto pueden durar los resultados que solo cobijan los intereses de unos cuántos?. Me pregunto qué es lo que no están viendo los empresarios y los dirigentes del sector privado para pensar que no les corresponde o que no tienen tiempo para reflexionar sobre el futuro; me inquieta que la responsabilidad social en nuestro medio se entienda como cumplir con unos requisitos legales o como un tema al margen del negocio.
Me gustaría decir que el liderazgo no es un tema de autoridad o de gobierno o de personas; no es un individuo con capacidades excepcionales; es una actitud que asumimos ante los retos que se nos presentan, que debe trascender los planos del poder y el reconocimiento individual para pasar a un proceso de construcción colectiva donde nos hacemos cargo no solo del resultado económico de corto plazo, sino de las consecuencias que nuestros actos tienen en el entorno y hacia el futuro, de la responsabilidad que tenemos por el crecimiento y desarrollo de otros; de las oportunidades que somos capaces de generar para que otros encuentren espacios que les permitan realizarse profesional y personalmente.
¿Qué pasa entonces con el liderazgo desde nuestros empresarios? Es hora de empezar a sentirse parte del problema y de la solución, es el momento de asumir compromisos con el futuro de esta región, desde un liderazgo colectivo que va más allá de pensar en la empresa como negocio; de lo contrario cada vez será más difícil encontrar talento humano con la capacidad y el compromiso requerido, tener mercado para sus productos y servicios, generar nuevas oportunidades de negocio, tener políticas favorables para el crecimiento empresarial. La responsabilidad no es de unos o de otros. La responsabilidad es de todos, el gobierno, los empresarios, la academia y por supuesto también de los ‘ciudadanos de a pie’ como usted y yo.
En mi opinión el mejor resultado de una segunda medición de Manizales Cómo Vamos sería ver reflejada nuestra realidad en la percepción de los ciudadanos. El día que seamos capaces de llamar las cosas por su nombre, de no decir que todo está bien cuando sabemos que hay cosas que no lo están, que seamos capaces de estar presentes y asumir la responsabilidad sobre la parte que nos
corresponde en lo que está fallando y también en la construcción de las soluciones, ese día podremos decir que Manizales es una ciudad que trabaja para ser un mejor sitio para vivir.
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