Fraile


Debido a los "gajes del oficio" hube de visitar la muy bella y señorial ciudad de Lima, Limaq para los indígenas y Ciudad de Los Reyes para sus fundadores, pues había sido citado el ocho de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, a una reunión que habría de celebrarse durante las horas matutinas en la sala capitular del Convento de San Francisco de Asís.
Habiendo llegado con suficiente antelación a dicha ciudad aproveché la oportunidad para informarme un poco mejor de la historia de ese claustro y cual no sería mi sorpresa, (tuve dos gratísimas durante mi estadía, la segunda una sorpresota que adelante te contaré) al encontrarme con el hecho que en él había vivido y fallecido nada menos que Francisco Sánchez Solano Jiménez, San Francisco Solano, sacerdote Franciscano nacido en Montilla, Córdoba, España pero que por su obra en el Perú ha sido considerado como el primer Santo Limeño y quien, mira como son las cosas, tiene su pequeña historia con un Toro bravo. ¡Qué podemos hacer si el tema taurino me persigue hasta en los más sagrados espacios de recogimiento!
La historia es como la transcribo, tomada de una obra de Álvaro Díaz, editada por la Biblioteca de Autores Cristianos: "Un día en el pueblo llamado San Miguel, estaban en un toreo y el toro feroz se salió del corral y empezó a cornear sin compasión por las calles. Llamaron al Santo y éste se le enfrentó calmadamente al terrible animal. La gente vio con admiración que el bravísimo toro se acercaba a Fray Francisco y le lamía las manos y se dejaba llevar por él otra vez al corral, conducido por el cordón de su hábito".
Muy parecido resultó ser lo que le sucedió al Toro de esta historia con lo que en la tarde de ese mismo ocho de diciembre vi. Y esta es la sorpresota de la cual te hablaba y que no es otra que una vez terminada nuestra asamblea supe, de labios de nuestro superior, buen aficionado también, que esa tarde en Acho se presentaría un cartel de lujo compuesto por Enrique Ponce e Iván Fandiño a pie y Hermoso de Mendoza a caballo. Y sin pensarlo dos veces al coso de Acho, construido en 1766 y por ello el más antiguo de América, fuimos a dar.
Y lo que le sucedió a los fieros Toros del encierro de esa tarde fue parecido a lo acontecido con el burel de la historia de Fray Francisco; los Toros sucumbieron ante la decisión de los toreros, lo que en Colombia no es usual cuando los oponentes muestran, amén de trapío, el menor asomo de dificultades. Vi a los matadores de turno entregados, dominadores, decididos, echando "la pata p´alante", irrespetando los terrenos de los Toros y mostrando en sus faenas matices de riesgo y emoción. Y esa disposición la mostraron frente a unos Toros que resultaron con casta de la mala y por ello difíciles y peligrosos, pero que como todo Toro de lidia, si le buscan las "cosquillas" pueden encontrarle una faena que entretenga al respetable.
Qué diferencia con lo que vemos en Colombia. En Acho es envidiable ver cómo las figuras respetan al público y como este se hace respetar a través de interminables silencios y medidos "olés", cuando estos resultan merecidos; o de ruidosos pitos y matracas cuando el matador pretende "aliviarse", da el pasito atrás o ejecuta una suerte cualquiera de manera ventajosa o equivocada. Y para rematar los Toros que saltaron al ruedo lo eran en toda la extensión de la palabra. Con el cuajo que da la edad, cinqueños sin duda y bien armados. En una palabra, como la mujer del César que para serlo "no solo debe serlo, sino parecerlo".
Te confieso mi querido Juan José que sentí dolor de aficionado al recordar lo que sucede en nuestra Colombia querida, en donde tenemos una Fiesta en exceso comercial y maquillada quizá por lo que le oí decir al empresario de Medellín hace tiempo en el sentido que los empresarios colombianos no eran más que los taquilleros de las figuras extranjeras, ya que eran los toreros quienes tomaban todas las decisiones empresariales en lo relativo a ganaderías, alternantes, fechas y creo que hasta honorarios en nuestras temporadas. Como decía Cantinflas, "Ahí está el detalle". En la Feria de Lima se ve a leguas que el que manda es el público, por intermedio del empresario y los toreros a lo suyo: a torear lo que salga por la puerta de chiqueros.
Recibe un abrazo de tu amigo.
El Fraile.
Colombiano compra colombiano.
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