María Leonor Velásquez Arango


‘La orquesta sinfónica de Caldas sigue apagada’, ‘la orquesta sinfónica sigue sin sonar’, ‘la agrupación lleva tres meses inactiva’, decían los titulares de este periódico hace unos meses; y finalmente, el pasado miércoles 29 de agosto, un nuevo titular que dice ‘Vuelve a sonar la Orquesta Sinfónica de Caldas’ y lo hizo magistralmente bajo la dirección del maestro Gorka Sierra, director artístico de la orquesta Bilbao Philarmonía y desde 2008 director titular de la coral Càrmina de Barcelona y del coro de cámara Foné.
El concierto empezó y finalizó con dos obras que hicieron famosos a sus compositores. La primera fue el Te Deum (en latín: ‘A ti, Dios’) de Marc Antoine Charpentier (1634-1704), uno de los músicos más importantes del Barroco francés. Para cerrar, después de un repertorio igualmente hermoso, el Bolero de Maurice Ravel, interpretado magistralmente durante cerca de 17 minutos; una pieza que siempre me ha gustado muchísimo, simple, melódica y con ese aumento progresivo en los instrumentos y en el volumen a medida que la obra avanza.
Tantas emociones que se despiertan a través de la música y en especial en un concierto de esta naturaleza, pero además con una interpretación absolutamente bella, por personas que nacieron y se educaron en nuestra ciudad. Podría decir que estábamos en un auditorio con un corazón grande, lleno de entusiasmo, alegría, pasión, amor y gratitud. Emociones que nos hacen sentir vivos y que nos permiten emprender batallas y luchar por las cosas que queremos.
Al terminar el concierto, tuve la fortuna no solo de saludar al director sino de hacer un recorrido por algunos sitios de Termales del Otoño y quiero decir que la magia de la noche se extendió a la parte de las instalaciones que no conocía, pero especialmente a las montañas con reflejos plateados, iluminadas por una luna llena esplendorosa. Y lo mejor, no estábamos en Bali o en París, estábamos en Manizales.
Traigo este tema, en primer lugar, como parte de las historias maravillosas que me he propuesto resaltar a través de este espacio generoso que me da el Periódico de Casa, pero también como una invitación a valorar nuestra Manizales artística, nuestras notas musicales, nuestra sensibilidad por la belleza que nos rodea y por lo que con mucho esfuerzo se ha construido a lo largo de los años. Esto es parte de nuestra autoestima.
La Orquesta Sinfónica de Caldas nació en la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Caldas con el propósito de buscar una práctica de conjunto para los estudiantes. En 1992 se afilió al sistema nacional de orquestas sinfónicas juveniles e infantiles Batuta y gracias al esfuerzo de estas instituciones la agrupación fue caminando hacia la excelencia y el profesionalismo; a mediados del 2001 se convirtió en el eje de desarrollo del proyecto sinfónico de Caldas que pretende a través de su labor artística y pedagógica convertirse en una orquesta de alto nivel musical para la región.
Pero la dejamos caer y me pregunto ¿Por qué nos cuesta valorar y apostarle a lo que tenemos? Alardeamos de ciudad culta y decimos que nos hacen falta espacios de recreación y esparcimiento distintos a los bares, pero cuando tenemos el arte y la cultura, muchas veces los dejamos pasar, nos da pereza y sacamos cualquier disculpa o decimos que no sabíamos. Y después escuchamos decir ‘en Manizales no hay nada para hacer’.
Viví en un sitio totalmente alejado de la civilización, un pequeño caserío de pescadores en el Caribe de Costa Rica, una población de 250 habitantes, sin agua potable, sin comunicaciones, un sitio donde realmente no había nada para hacer; el chiste era ‘¿Qué se hace en Parismina después de las 6 de la tarde? Se hace de noche’. Y claro, tal vez no debería comparar a Manizales con este pequeño caserío, pero me pregunto si a veces no nos comportamos con la misma mentalidad, teniendo todas las posibilidades a nuestro alcance.
¿Dónde están las orquestas sinfónicas más famosas del mundo? Las grandes agrupaciones musicales son más o menos las mismas desde hace aproximadamente cincuenta o sesenta años. Por Europa siempre figuran las filarmónicas de Berlín y Viena, la sinfónica de Londres y la Royal Concertgebouw Orchestra de Ámsterdam. Por los EE.UU. las sinfónica de Boston, Chicago y Cleveland, más la Filarmónica de Nueva York. Si bien es cierto que los directores y músicos cambian con el tiempo según el respaldo, el talento y otras circunstancias del momento, las agrupaciones permanecen, se cuidan y forman parte del patrimonio cultural de la sociedad.
¿Y qué pasa si empezamos a soñar en grande? ¿Será que nuestra Orquesta Sinfónica puede empezar a figurar al menos entre las principales del país? Por supuesto, el primer paso es que nosotros conozcamos, valoremos y sintamos como propio lo que tenemos porque tal vez no sería posible vender lo que nosotros mismos no compramos. Si acaso se perdieron el primer concierto de la Orquesta Sinfónica de Caldas, todavía nos quedan otras fechas para disfrutar este delicioso regalo para el alma: Sonidos de México, Termales del Otoño, miércoles 19 de septiembre a las 7 p.m.; Ecos del Barroco, Recinto del Pensamiento, viernes 28 de septiembre a las 7 p.m.; la entrada es gratuita y los interesados pueden reclamar su pase en Batuta.
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