Los seres humanos se reconocen como tales, sin importar su etnia, género o peculiaridades de comportamiento, identificando perfectamente la especie. Se relacionan según sus intereses, comenzando por la familia, las amistades, los compañeros, los colegas y los demás con quienes establecen vínculos permanentes o temporales, incluyendo una continua disposición a entrar y salir de los círculos que frecuentan durante la vida.

Las diferencias físicas acentúan las individualidades, aunque todavía los colores de la piel son signo de discriminación absurda. Sin embargo, no alejan tanto a unos de otros como sus actitudes, demostradas en cualquier parte de la existencia, y que impactan a partir de ellas por el resto de la vida o por un tiempo, determinado únicamente por la tolerancia.

Hoy, las personas de cualquier característica están sometidas a presiones que se van constituyendo en hábitos que modifican su conducta de una manera insensible pero real, la cual en algún momento de su evolución como seres humanos tendrá impacto en las estructuras físicas.

Los más probables cambios que tendrá la especie humana serán referidos a la adaptación paulatina a la alta tecnología, más allá de la nanotecnología, que con el transcurso del tiempo será más rápida y global.

El paso siguiente comprenderá los métodos de alimentación que dependerán de la necesidad, oportunidad y calidad de los elementos alimenticios.

Igualmente, el cambio del entorno para el humano deberá transformar tarde o temprano el armazón físico de quienes se identifican actualmente como Homo sapiens sapiens. ¿Qué tanto? Aún los modelos están en estudio.

También se avecina un cambio en los elementos de la concepción y establecimiento de la descendencia entre los humanos, la cual está sometida a riesgos que se imponen por las determinaciones propias, cuando sobreviene al menos la limitación voluntaria en el número de hijos.

El cambio físico deberá acompañarse irremediablemente de modificaciones en su proceder que dependerá de las estructuras cerebrales. La evolución de los humanos será continua y se podrá observar al final de decenas o centenares de miles de años.

Ahora bien, a pocos les interesa en profundidad la evolución de los humanos, ante las dificultades cotidianas que traen consigo las adversidades, en muchos casos imposibles de contrarrestar, a pesar de que se diga que para las personas no hay nada imposible. La realidad planetaria muestra otras cosas, sin llegar a ser fatalistas.

Cuando se trata de identificar el momento, medido en tiempos prolongados que pueden abarcar millones de años, en el cual biológicamente los actuales miembros de la especie humana, sapiens sapiens, adquirieron esa característica no solo en el cerebro sino también en el cuerpo que lo albergaría, sobrevienen dudas sobre etapas o pasos reconocidos y aceptados plenamente.

Un artículo publicado en abril en Scientific American, una revista que populariza técnicamente la ciencia, trae el relato de nuevos descubrimientos sobre quién fue el primer humano. El trabajo original fue publicado hace dos años en Science. Los investigadores delimitan el tiempo entre dos y tres millones de años atrás, pero aún persisten etapas en la evolución no definidas completamente, oscuras, hasta llegar al humano como se le conoce hoy.

Se describe como una probable tesis que el Australopithecus y su especie sediba, dio origen al Homo habilis, y que este posibilitó la aparición del Homo erectus y que en determinado momento de la cadena evolutiva, se identifica la presencia del Homo sapiens y luego sapiens sapiens, hace menos de 100 mil años.

La teoría tiene importantes antropólogos detractores. Con ello no se define aún el exacto momento del inicio del linaje humano, desde su ubicación en el África ancestral. Como se define, el rompecabezas no está completo. La interpretación del Génesis queda al veredicto de las convicciones religiosas.

Lo de atrás, sucedido está. Lo que viene es susceptible de cambio y depende de los humanos.

Nota:¿Para qué una Escuela de Medicina sin Hospital Universitario?