No es extraño que Manizales nos sorprenda gratamente programando espectáculos taurinos en cualquier época, cosa que ha hecho desde hace muchos más años de los que han transcurrido por la vida de este anciano y vetusto Fraile. Así que para confirmar esta regla se nos hizo menester desplazarnos a la ciudad que hizo las ferias en Colombia durante el puente pasado para encontrarnos con un interesante y valioso esfuerzo hecho por la empresa manizalita en unión de tres ganaderías a saber: Bengala, Las Ventas del Espíritu Santo y Ernesto Gutiérrez, para presenciar una innovada versión de la ya tradicional Feria "Toros y Ciudad de Manizales". En esta oportunidad se complementó la programación habitual de novilladas con una corrida de Toros de feria grande.

No había vuelto a esta bella y acogedora ciudad desde la última edición de esta joven y juvenil feria y la encontré renovada, tocada por un progreso que afortunadamente no ha agredido el confortable modo de vida de sus habitantes. Buenas, sólidas y bien concebidas construcciones para uso habitacional, modernos centros comerciales, ampliada oferta de puntos gastronómicos y en fin, un progreso ordenado, sobrio y elegante.

Y la feria, qué feria más amena e interesante, en el real sentido de la palabra. A mi juicio fue un acierto mostrar, en esta oportunidad, tres de las opciones principales de la actividad taurina primaria: la novillada sin caballos, la picada y la corrida de Toros. Fue acertada también la escogencia de los actuantes de cada tarde, pues vimos jóvenes que, en la novillada sin caballos, mostraron la actitud que todo iniciado que pretenda abrazar exitosamente la dura profesión de matador de toros debe tener; ganas, interés en "hacer bien las cosas", decisión y valor derrochó a raudales la terna actuante, que deleitó a los asistentes a pesar de las deficiencias técnicas que por efecto de la juventud y poca experiencia mostró durante algunos episodios de la lidia.

Al día siguiente nos presentaron tres novilleros que están haciendo su "carrera", dos de ellos en la madre patria y el tercero en Francia. Al público que ya había acudido en nutrido número el día anterior y que regresó, en mayor número, a la plaza el domingo le fue fácil ver la diferencia entre unos novilleros que se inician, que se encuentran en grados elementales, por compararlo con la educación escolar y otros que ya han pasado a la secundaria. Estos segundos aún presentan falencias de técnica taurina, de distancias, toques, voces, etc. pero cada vez pueden resolver con mayor solvencia las dificultades que los astados puedan presentar; además de torear con más reposo, seguridad y elegancia. Mientras para los más jóvenes los pinchazos con la espada y las volteretas son obligados en sus actuaciones estos pequeños accidentes van disminuyendo a medida que se avanza en el "estudio"; los novilleros con picadores ya matan mejor y reciben menos porrazos.

Y llegó el lunes con la presentación de tres matadores de toros de gran recorrido tanto en Colombia como en España y Francia. Y para quienes acudimos por tercera vez a la plaza con la óptica de establecer cómo es el progreso en la formación de un torero, mejor oportunidad no nos pudieron brindar. Vimos un matador de toros en el otoño de su carrera, toreando con arte, reposo y con la seguridad que da la experiencia. Un segundo matador, francés por más señas, que se encuentra en la cúspide de su carrera, que en veces parecía jugar con sus oponentes haciendo ver fácil la difícil labor que es torear. Y un tercer coleta más joven, de más reciente alternativa, que mostró sus arrestos juveniles, sus ganas de agradar, aún atropellando un poco la razón, pero dejando ver que entre su forma de torear y la de los novilleros ya hay una gran diferencia.

Cormanizales ofreció sana y amena distracción a no menos de veintisiete mil personas durante las tres tardes con que contó la Feria. Definitivamente los taurófilos somos una minoría importante.

Recibe un abrazo de tu amigo.

El Fraile.

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