Luis F. Gómez


Los resultados de las elecciones del pasado domingo dejan en claro que los colombianos y colombianas, que participaron en el debate electoral, desean un Congreso que le camine a la paz.
Los resultados mayoritarios así lo revelan. Los movimientos y partidos políticos que obtuvieron la mayoría de las curules fueron mayoritariamente amigables al proceso de paz. Y será muy importante en un eventual, pero muy esperado, postconflicto que el legislativo sea partidario de la salida negociada.
Si bien la abstención estuvo más bien alta, como es costumbre en las elecciones de cuerpos colegiados nacionales, el mandato popular es muy claro. La gente quiere la paz y cómo se pueda operativizarla, antes que apoyar a quienes quieren colocar obstáculos y generar complicaciones para coronarla. Hay un deseo nacional de la paz y de la reconciliación, por fin, de una convivencia pacífica en nuestra querida Colombia.
La tarea del Congreso será muy compleja, pues la paz hay que concretarla, y tendremos que hacer cambios legislativos en muchos frentes, a fin de asegurar que la justicia social, la participación política, la inclusión social y educativa llegue a todos. No será fácil, tendremos que asumir seguramente una profunda reforma tributaria, dolorosa y que genera nuevos puntos del PIB en recursos fiscales. En efecto, Colombia no está en el contexto internacional en las mayores tasas impositivas. Y sí en las mayores de evasión y elusión tributaria. No solo no tenemos las mayores tarifas, sino que una parte importante de la población le hace conejo al pago de impuestos. Sea a través de una mejor administración tributaria o una elevación de las tasas y disminución de las exenciones que el país podrá invertirle de veras a la paz, es decir, al desarrollo integral de tantos colombianos y colombianas que están excluidos o que sencillamente están puesto al margen del desarrollo y las dinámicas sociales. La paz tendrá un costo jurídico, muchos "sapos" nos tendremos que tragar, pero también es claro que es necesario financiar la paz.
Ya el presidente Santos ha sido claro en manifestar que hacer la paz es un excelente negocio, pues generarán la inclusión de ciertas partes del territorio que está totalmente al margen del desarrollo, también permitirá consolidar un ambiente grato para la inversión y lo que es más importante, permitirá la reducción del gasto militar. Y esto sí que sería positivo, pues fuertes cantidades de dinero se quedan en gasto de guerra, o en las manos de corruptos, como quedó claro con las noticias recientes de corrupción en el manejo de los dineros destinados al Ejército, podrán ser destinados a otros frentes realmente más generadores de desarrollo integral como la educación o la salud.
El Congreso elegido, es un Congreso que apoyará la paz.
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