Fraile


Se ha vuelto un lugar común decir que los principales enemigos de la Fiesta Brava están dentro de su mismo seno. A cada rato y en diversos escenarios oímos la misma muletilla sin que en el fondo la gente comprenda el real significado de lo que machacona y equivocadamente repiten.
No es que los taurinos mismos, o los profesionales de la tauromaquia, sean enemigos del espectáculo y pretendan acabarlo, sino que muchas veces sus acciones, las de los profesionales, son las que lo perjudican al punto de poner en peligro su pervivencia en el tiempo. Pero esa actitud no los hace enemigos declarados de la actividad taurina, sino que más bien podríamos pensar que esos personajes por ser presuntuosos, egoístas, codiciosos, ignorantes del hecho que toda acción genera una reacción, o por sufrir alteraciones en la percepción y expresión de la realidad, no están aterrizados frente al daño que causan sus posiciones.
La proclividad al disparate, la comisión permanente de hechos comúnmente tildados de despropósitos, y los delirios y alucinaciones son a mi juicio las patologías que afectan a un grupo de actores de la fiesta que al plasmarlos en actos, como te decía antes, infringen unos daños irreversibles que poco a poco van minando la permanencia de los toros en el tiempo, hasta que de pronto, sin darnos cuenta y sin una razón aparente, como las velas, acabarán por extinguirse. Los grupos antitaurinos, disfrazados de animalistas, o de ecologistas o de tantos otros "istas" que pretenden imponer sus gustos y apetencias sobre nosotros, también sin saber claramente el porqué, acabarán saliéndose con la suya y los taurinos quedaremos, como se dice coloquialmente, "viendo un chispero".
Si como delirio conocemos las actitudes prepotentes que se cree llevan a tener un poder suficiente para alcanzar situaciones que objetivamente se sabe riñen con la realidad, si alucinar es engañar con maña, o confundirse y desvariar, tenemos cómo esas conductas se reflejan en las actuaciones de muchos de los actores principales de la Fiesta y se evidencian a través de las insensatas posiciones e imposiciones que pretenden y casi siempre logran las "estrellas" que intervienen en el acto taurómaco. Y esos personajes no razonan, o no entienden o no se dan cuenta que con sus necias actitudes lo único que logran es minar cada vez más uno de los cimientos principales de la fiesta, como lo es la aceptación del público a los derroteros que a los Toros se le den.
Lo aficionados se están alejando lentamente de las plazas de toros precisamente porque no comulgan con el manejo que "los cacaos" de la Fiesta le están dando a ella últimamente, principalmente en América. La unión, que yo llamaría contubernio, que entre los estamentos del espectáculo taurino se está dando en la actualidad y de la cual ha sido excluido el más importante de ellos, la afición, solo logra resultados que ya vimos son nefandos, dadas las motivaciones que los alimentan. Si este fenómeno no es comprendido, aceptado y replanteado por parte los responsables, con seguridad serán juzgados duramente por la historia, una vez hayan acabado con la tauromaquia.
Mientras no se vuelva por los caminos de la sensatez, de la racionalidad, de la objetividad y de la humildad, mientras siga ausente el ánimo de trabajar en beneficio de los más y no de los menos, cada día que pase estará más cerca el fin. No sé si aún queda tiempo para enderezar las cosas, pero por lo menos valdría la pena intentarlo.
Recibe un abrazo de tu amigo. El Fraile.
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