Luis F. Gómez


El país tiene que llegar a la posibilidad de una reconciliación profunda, certera, esperanzadora y real. Es la única vía que nos asegura la sostenibilidad y la humanidad de nuestra sociedad. De lo contrario, fisuras, grietas o aún fallas históricas nos seguirá separando y dividiendo. ¿Cómo llegar a la posibilidad de poder brindar el perdón? Y más aún ¿cómo llegar a perdonar lo "imperdonable"? La realidad de muerte, de destrozo de la dignidad humana y de desgarre de la confianza social que han significado los homicidios, secuestros, minas antipersonas, falsos positivos, reclutamiento de menores, violaciones como práctica de guerra, son verdaderos "imperdonables". La invitación es a que podamos hacerlo, a que podamos reconstruir el país, gracias a una fuerza muy grande a nivel del corazón y que tiene fijados los ojos en el futuro, en la esperanza, en que otra realidad sí es posible.
Las motivaciones del perdón pueden ser variadas. Pueden ser fincadas en los sentimientos religiosos y la fe de las personas. En varias religiones el perdón es un elemento fundamental como integrante de las creencias. En particular en el cristianismo es muy grande, y parte de sentirse perdonado, así como Dios nos perdona a nosotros tantas infidelidades, tantos errores, tantas faltas de amor; de la misma manera nosotros debemos sentirnos impulsados y motivados a perdonar a los que nos ofenden. Es el círculo virtuoso del perdón. Un círculo que permite sobrepasar rencores, deseos de venganza y heridas profundas.
También el perdón puede estar fundamentado en la certeza de sentirse un ser social, necesitado de los demás y con deseos de estar con los demás. Es, si se quiere, también una aceptación profunda y sincera de la realidad social que nos invade a los seres humanos. En occidente desde los filósofos griegos bien se planteó el asunto: la polis como lugar de encuentro de ciudadanos iguales. Independientemente de una creencia, el hombre es un ser social. Y como tal, invitado a tejer relaciones con los demás. El perdón sería una de las formas de restablecer relaciones y de aceptar que ellas pueden consolidarse no obstante las historias que nos dividen.
Este tema del perdón será fundamental para consolidar cualquier acuerdo de paz. Y será el verdadero seguro de la consolidación de una nueva Colombia; la que todos nos merecemos, anhelamos y buscamos.
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Interesante designación hizo la Sociedad de Mejoras Públicas de Manizales al galardonar con el premio al civismo al ciudadano Gilberto Cardona, quien desde distintos ángulos sociales y políticos ha sabido congregar esfuerzos ciudadanos en bien de Manizales. El liderazgo cívico es un gran valor que se ha ido perdiendo y que jugó en la capital caldense un factor decisivo en su desarrollo. Qué bueno que se rescaten figuras jóvenes que están encarnando el civismo que siempre ha caracterizado a la ciudad y que estaba como en vías de extinción. ¡Buena designación!
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